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Paz en las alturas

Los fisionomistas no se ponen de acuerdo sobre el significado del hoyuelo en el mentón: hedonismo, fuerza de voluntad... más bien, el secreto del éxito internacional superado por pocos elegidos como Banderas, Bardem o Penélope Cruz.

el 25 sep 2009 / 10:39 h.

Paz Vega
Los fisionomistas no se ponen de acuerdo sobre el significado del hoyuelo en el mentón. En el de Beethoven reconocen la fuerza de la voluntad; en el de Kirk Douglas, el hedonismo y el humor cambiante; en John Travolta, la amabilidad y el carácter infantil. Ymás de uno buscará en el de Paz Vega, en ese punto minúsculo e inaccesible, el secreto de un éxito internacional asombroso, sólo superado actualmente por astros como Banderas, Penélope Cruz y Bardem.

De nombre real Paz Campos Trigo -Vega es el apellido de su abuela-, a esta trianera, del 76 y para más señas hija de banderillero, se la recuerda como alumna de Santa Ana, luego del Gustavo Adolfo Bécquer, más tarde de Ciencias de la Información y de Políticas. Todavía hay en Sevilla quien la ve en la pantalla y suspira: "Ah, Mari Paz", porque desde muy joven despertaba esos furores. No era la más guapa, ni la más talentosa, dicen, pero algo tenía: la estrella que señala a las futuras estrellas, ese aura de las que van para grandes desde chiquititas.

La fe, se sabe, puede mover montañas, y también pasiones, sobre todo si se deposita sobre uno mismo. Paz Campos creyó en Paz Vega ciegamente y desde el primer día, y a partir de ahí sólo hubo que subir un escalón, y luego otro escalón y otro, porque a veces la autopista hacia el cielo -como demostraron Santa Justa y Santa Rufina- pasa por el Altozano. Antes echó los dientes, como quien dice, en el Centro Andaluz de Teatro, hasta que marchó a Madrid, verdadera tierra de promisión, donde le esperaba el duro catre de una pensión galdosiana, la precaria cotidianidad del castingy la lata de conservas, pero también su primer padrino, el galán Máximo Valverde, a la sazón amigo de su padre. También fue Paz Vega cosechando sus propias amistades, como aquel imberbe Alejandro Sanz, uno de cuyos videoclips, A la primera persona, acabaría la actriz protagonizando años después.

La talismánica serie Siete vidas la hizo popular, Mateo Gil la propulsó en la tumultuosa madrugá de Nadie conoce a nadie, pero fue Medem y su Lucía y el Sexo-con aquel seno fugitivo del cartel, pazvegano ymotorizado-, quien le granjeó la gloria y elGoya revelación. Ahí, como diría el viejo Gironella, estalló la Paz, por más que una parte de su familia, se comenta, se negara rotunda y púdicamente a ver el filme.

Sofocón extemporáneo y sin cuento, desde luego, porque Paz Vega lleva toda la vida cuidando al máximo su imagen, y sabiendo que más sufre el que ve que el que enseña. "Está operada hasta el cielo de la boca", aseveran las lenguas viperinas y envidiosas, para matizar acto seguido: "Pero muy bien operada, ni se nota". Ni en la pantalla grande, tan delatora, se adivina la mano del cirujano. Llamó Almodóvar para Hable con ella. Llamó Martínez Lázaro para El otro lado de la cama. Llamó Vicente Aranda para Carmen. No había tregua para el teléfono de Paz Vega. Pero puestos a soñar, lo mejor era soñar a lo grande: ¿Por qué no un papel junto a Morgan Freeman? ¿Por qué no una peli con los Taviani? Todos los sueños le fueron puntualmente concedidos.

De Sierpes a Sunset Boulevard, de Matalascañas a Santa Mónica, se empadronó Paz en Los Angeles y fundó familia con Orson Salazar, el mismo a quien los noctívagos madriles recuerdan aún como gogó de tanga y tacos altos, lo cual no obsta para haberse convertido en la mano derecha de la sevillana, en la luz que guía -también por los predios del éxito- sus pasos.

Ahora hay quien se sorprende al verla junto a Scarlett Johansson y Eva Mendes en The Spirit. Cosano tan extraña si pensamos que hace tiempo que esta chica, al mirarse al espejo, ve invariablemente una evolucionada e imparable versión de la leona de la Metro. De aquella vecina trianera, de la muchacha Paz Campos, acaso sólo reconozca el genuino, misterioso hoyuelo en el mentón.

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