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Peces-Barba. Gran padre y mejor hijo

el 24 jul 2012 / 10:02 h.

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El jurista, uno de los siete padres de la Constitución de 1978 y expresidente del Congreso de los Diputados Gregorio Peces-Barba falleció ayer a los 74 años de edad en el Hospital Central de Asturias, en Oviedo, donde llevaba ingresado desde el pasado día 16 debido a una insuficiencia renal complicada con una cardiaca. La capilla ardiente fue instalada en su domicilio Colmenarejo, municipio madrileño donde será enterrado hoy.
 Gregorio Peces-Barba Martínez nació en Madrid el 13 de enero de 1938 y, después de estudiar el Bachillerato en el Liceo Francés de esa ciudad, se matriculó en Derecho en la UCM. Allí se licenció y se doctoró cum laude con una tesis sobre el filósofo Jacques Maritain.

Posteriormente, se licenció en Derecho Comparado por la Universidad de Estrasburgo (Francia). De vuelta en España, actuó como abogado defensor en el franquista Tribunal de Orden Público, en el que destacó por su defensa de los derechos humanos y del sistema democrático. En 1963, participó en la fundación de la revista Cuadernos para el diálogo. La publicación, que aglutinó opiniones dispares, nació con una clara vocación democrática y, con el paso del tiempo, se convirtió en una referencia del movimiento hacia las libertades.
De hecho, su actitud antifranquista le granjeó poderosos enemigos en el seno del régimen dictatorial, hasta tal punto que, en 1971, fue detenido e inhabilitado durante varios meses. Un año más tarde, inició su militancia en el Partido Socialista (PSOE), aún en la clandestinidad.
Tras morir Franco, el jurista se presentó a las primeras elecciones de la democracia española con el PSOE y obtuvo un sillón como diputado en el Congreso, formando parte de la comisión encargada de redactar la Constitución de 1978 en representación de ese partido.
De esta forma, Peces-Barba se convirtió en uno de los siete padres de la vigente Carta Magna Española, junto a Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, Gabriel Cisneros y José Pedro Pérez Llorca (se adscribían a UCD); Manuel Fraga Iribarne (Alianza Popular), Jordi Solé Tura (Partido Comunista de España) y Miquel Roca (catalanes de CiU).
 Después de las elecciones generales de 1982, con mayoría absoluta del PSOE liderado por Felipe González, fue elegido presidente del Congreso con 338 votos a favor y ninguno en contra. Después de esa etapa, que se prolongó cuatro años, abandonó las Cortes y se dedicó a la enseñanza.

Años más tarde, Peces-Barba definió aquella legislatura como una “auténtica revolución”, en la que se pusieron en marcha instituciones sociales como el Defensor del Pueblo, se culminó el proceso autonómico “y se colocó en su sitio a la Fuerzas Armadas”.
En 1989, fue nombrado presidente de la Comisión Gestora de la Universidad Carlos III de Madrid, que abrió sus puertas un año después y que ya cuenta con unas 40 titulaciones. Y desde entonces, ocupó el cargo de rector hasta que fue sucedido en 2007 por el estadista Daniel Peña. Un fundador de la Universidad, y en ella así se le recuerda.  

Un sabor amargo. En 2004, fue nombrado Alto Comisionado para la Atención a las Víctimas del Terrorismo, coincidiendo con el retorno al poder del PSOE, aunque su función, lejos de resultar sencilla, desató las críticas de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT).

 Según dijo, su relación con la asociación se resintió después de su segunda reunión con José Alcáraz, expresidente del colectivo, quien se oponía frontalmente a las negociaciones entre el Gobierno y los terroristas de ETA para terminar con la banda a través del diálogo. “Hablamos del fin de la violencia, y yo dije que en ningún caso el Estado podría permitir que los condenados por delitos de sangre salieran a la calle, pero en relación con los demás, les dije: ustedes tendrán que pensar qué es lo que procede”, añadió.
 Esta conversación se difundió y diversos sectores de la vida pública pidieron su dimisión.
“Comprendí que ese señor [José Alcaraz] no era un interlocutor posible. Y luego me dijeron que grababa las conversaciones, un estilo poco adecuado”, precisó.
 En febrero de 2006, anunció su despedida para después del verano, después de encauzar el Alto Comisionado, orientar los “principales problemas de las víctimas” y preparar una nueva Ley de Solidaridad. ¿Por qué? “Yo no estaba para hacer una gestión ordinaria”, admitió.
 Sin embargo, después de su marcha, el Gobierno socialista eliminó el puesto de Alto Comisionado e integró sus competencias en la Dirección General para Víctimas del Terrorismo. Desde entonces, y hasta 2007, Peces-Barba se dedicó a su labor como rector de la UC3M.

En 2009, pasó a dirigir el grupo de notables encargados de diseñar el programa electoral del PSM de cara a las autonómicas de Madrid y, durante esta etapa, compaginó ese trabajo con la participación en diversas conferencias en calidad de experto.
En marzo de ese mismo año, creó la fundación Gregorio Peces-Barba con la intención, entre otros aspectos, de “incentivar” el trabajo de los profesores de Filosofía del Derecho y Derechos Humanos y fomentar los estudios sobre estas dos materias.
 Miembro de la Real Academia de Ciencias Políticas y Morales, recibió asimismo diversos galardones a lo largo de su carrera, entre los que destacan la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort (1986) y la Gran Cruz al Mérito Militar (1999).
En 1991 fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad Nacional de Educación a Distancia, UNED, junto a los otros seis ponentes de la Constitución, y en el año 2003 recibió la Medalla de Honor de la Universidad Rey Juan Carlos. Los colectivos universitarios le han reconocido siempre su pasión por la enseñanza, por la filosofía y los derechos humanos.

Así, en marzo de 2010 y en su discurso tras recibir la medalla del Ateneo de Sevilla, el jurista recurrió a los clásicos, cuyas citas usó como látigos contra los detractores de la asignatura de Ciudadanía. “Que Dios no se ocupe de los asuntos humanos” [Hugo Grocio]; “La ignorancia es recomendada por la religión como necesaria para la obediencia” [Montaigne]; “La autoridad de los que enseñan dificulta a veces a los que quieren aprender” [Cicerón].

Si hay algo que parecía irritar más a Peces-Barba que el que le tocaran la Constitución con oprobio era que le mancillaran la escuela y con ello el significado real de la educación. Al fin al cabo era un profesor. Del artículo 27 de la Carta Magna emanan, según relataba, tres ideas: separar las escuelas de la Iglesia; distinguir las creencias –que son individuales y privadas– de los conocimientos, comunes y públicos; y preservar la libertad de cátedra del maestro. Y también contiene la idea de escuela concertada, complementaria a la pública. Pero lo dejaba bien claro. Complementaria, y no preponderante, puesto que si así lo fuera, sería “un fraude”.
Posteriormente, en una entrevista concedida a El Correo de Andalucía, se decantaba por añadir “algún cambio” en la Constitución y uno de los puntos era, decía, el de la sucesión a la Corona. Eso sí, el “núcleo del consenso” del texto consideraba que no era necesario modificarlo.

cuatro se fueron. Peces-Barba es el cuarto de los siete ponentes de la Constitución que ha fallecido, después de Gabriel Cisneros, Jordi Solé Tura y Manuel Fraga Iribarne. Y los cuatro se fueron en los últimos cuatro años, siendo el último el fundador de Alianza Popular el pasado enero.

En la citada entrevista en El Correo de Andalucía, la periodista María José García le preguntó: “¿Quién hizo más concesiones para redactar la Constitución?” Y su respuesta fue la siguiente: “Los que perdieron la guerra, aunque los vencedores hicieron una concesión fundamental: renunciar a la dictadura”.
Gran padre de la Constitución y mejor hijo.

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