Relató que lo abordaron al salir de la oficina, lo cogieron del cuello y "en cuestión de segundos" le habían "atado con presillas las manos y los pies" y amordazado con "un pañuelo en la boca". Lo metieron en una furgoneta y "al rato" lo pasaron al maletero de un coche.
Tras el viaje, lo encerraron "en un habitáculo", lo tiraron en un colchón y le metieron pastillas en la boca. Estuvo "amarrado" a la pared y encapuchado hasta que al cuarto día lo ataron con una cadena que le "permitía estar tumbado y, a veces, un poco de pie". Cuando le quitaron la capucha y comprobó que estaba en un box para caballos donde "hacía un calor horrible".
Solo entraba una persona a la que no pudo describir porque iba "totalmente tapado". Sí precisó que tenía por lo menos dos jefes por encima e iba acompañado porque al salir golpeaba en la puerta para le abrieran.
Ávila destacó que el habitáculo estaba "preparado" para el secuestro y cree que sus raptores ya habían hecho esto antes porque "sabían lo que estaban haciendo".
"Mi vida es una mierda desde el día del secuestro hasta ahora", reconoció. Su secuestro fue ideado, según su confesión, por el también empresario Luis Miguel Rodríguez Pueyo para conseguir fondos para raptar a El Pocero.