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Periodistas en el circo

Los partidos son expertos en hacer el Jano bifronte: por un lado aceptan los debates televisados y los cara a cara y, por otro, convierten en un espectáculo bochornoso la designación del moderador, el campo de juego y las reglas.

el 15 sep 2009 / 00:34 h.

Los partidos son expertos en hacer el Jano bifronte: por un lado aceptan los debates televisados y los cara a cara y, por otro, convierten en un espectáculo bochornoso la designación del moderador, el campo de juego y las reglas. Ese doble lenguaje, cercano a la esquizofrenia, sugiere que se ven obligados a debatir frente a la auténtica convicción democrática de hacerlo.

Lo que ha ocurrido entre el PP y el PSOE en Madrid -y que está a pique de repetirse en Andalucía- es una muestra de la escasa voluntad que tienen ambos partidos en someterse a debates públicos televisados. Y si no lo es, lo parece, por lo cual además de estar haciendo el ridículo están trasladando a la opinión pública la idea de que debaten por pura obligación. Cuando el foro es más importante que los contenidos, el moderador más relevante que los contendientes y se hace casus belli con los nombres de periodistas de reconocido prestigio es que algo anda mal. Cuando la Academia de Televisión se mete en estos andurriales usurpando el espacio a la FAPE, en representación de los periodistas de toda España, la conclusión es irrebatible: andamos en un campo en el que la imagen es lo que importa. El maquillaje contra las ideas, los planos amables antes que el intercambio de propuestas, la propaganda contra las preguntas, los asesores de imagen ganándole la partida a los redactores de los programas; el espectáculo, en fin, primando sobre el servicio público y la salud democrática que debería comprometer a todos. Y todo ello sin menoscabo de reconocer que sólo se debate en España cuando gobierna el PSOE.

Como hace tiempo que los partidos etiquetaron a los periodistas en dos bandos partidistas y los informadores nos dejamos, hoy tenemos que fastidiarnos. Eso nos lleva a que los dos grandes partidos se permitan el lujo de jugar públicamente con el nombre de periodistas de la talla de Campo Vidal, Mariñas, Olga Viza, Fernando Ónega, Carlos Herrera, Victoria Prego o Angels Barceló. ¿Pero qué se han creído los partidos? Ninguno de los nombres citados merecen la reprobación o la censura de los aparatos de los partidos, tan certeros en el ejercicio del veto. Estoy completamente seguro de que cualquier periodista de los que se están barajando estaría a la altura de las circunstancias y daría una lección de profesionalidad, asumiendo, claro está, que no se trata de moderar un debate periodístico, sino de hacer el Don Tancredo en un artificio de mensajes unidireccionales. Los debates están tan tasados, está cada aspecto tan discutido y pactado entre las partes que realmente el papel del moderador -salvo que se empeñe en ser el protagonista- es irrelevante para el resultado, como por cierto se ha demostrado en los debates que hemos presenciado hasta ahora. Es más, son tantos los focos y tan salvaje la presión a la que se ven sometidos que difícilmente intentaría alguno arrimar el ascua a su supuesta sardina. Si hubiera una conciencia profesional colectiva -que no corporativismo- no nos dejaríamos mantear de esa forma. Se iban a comer el debate con papas. Pero ahí estamos, sometidos al debate público cuando no a la insidia.

Se han empeñado en buscar el periodista que no existe: supuestamente neutral -¿eso qué es?-, de prestigio, que no trabaje en ningún medio, que no asesore a órgano alguno... en fin una especie de profesional asexuado, pasteurizado y envasado al vacío, perfecto para la liturgia de la imagen y la fatuidad a la que quieren convidarnos. Eso es sencillamente ridículo. Como ocurre en Andalucía, donde el PP se cuestiona si hacerlo en Canal Sur, como si fuera posible asumir tal tesis. Cualquier profesional de la RTVA haría su trabajo magníficamente. Recuerdo que el último debate de Teófila Martínez con Chaves acusaron al ente público de manipular por haber colocado un fondo de color naranja a Teófila para darle un tono "agresivo". Fue el mismo color que el PP abrazó poco después como color corporativo y la candidata sacó los mejores resultados históricos del PP. Lo que faltaba es lo que acabamos de conocer: que los tiempos de intervención de Zapatero y Rajoy los medirán ¡cronometradores oficiales de baloncesto! ¿Qué puñetas hacemos los periodistas metidos en ese circo?

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