Cultura

¡Por tutatis! ¡Feliz 50 cumpleaños!

Con motivo del 50 aniversario de la creación de uno de los personajes más famosos de la historia del comic, Albert Uderzo vuelve a afrontar en solitario la confección de un álbum que deja un claro regusto amargo.

el 04 nov 2009 / 20:39 h.

Si algo ha quedado bien patente por activa y pasiva desde que René Goscinny falleciera allá por 1977 es que, sin él, Astérix nunca volvió a ser lo mismo. Bien es cierto, y no vamos ahora a restarle méritos a Uderzo, que desde el último álbum de las aventuras del galo que ambos idearon juntos, alguno ha habido que ha sabido capturar de nuevo la esencia del humor que tan bien sabía destilar el guionista, y títulos como La Gran Zanja, La Odisea de Astérix o Astérix en la India, atesoran mucho de lo que hizo grande al personaje.

Lamentablemente, el nivel del resto de la producción de Uderzo en solitario nunca ha sabido estar a la altura, al menos en lo que a guión se refiere, siendo en este sentido El cielo se nos cae encima (el último álbum editado antes de este que nos ocupa) la muestra más olvidable de ello.

Anunciado a bombo y platillo, el álbum que conmemora el cincuenta aniversario de la creación de uno de los personajes más universales del cómic arrojaba un hálito de esperanza en la tónica que la serie venía arrastrando, ya que se "suponía" que parte del mismo venía guionizado por Goscinny (con alguna historia corta que hubiese escrito antes de fallecer).

Pero la expectativa se transforma en decepción al constatar que lo que del guionista aparece acreditado es una "guía de viajes" que se editó en la revista Pilote (donde el personaje vio la luz) allá por 1966.

El resto del ábum, va cuesta abajo: partiendo de la premisa de que la aldea se prepara para los fastos del cumpleaños de Astérix y Obélix, Uderzo escribe con desgana una historia de confección casual en el que lo único que sigue valiendo la pena es la gran labor que el dibujante realiza en cada página, constatando a gritos que, si quiere continuar con el personaje (cosa poco probable), necesita tanto un guionista como Obélix comer jabalíes.

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