Jóvenes al día

Primer contacto con una vida casi independiente

Septiembre equivale para muchos jóvenes al inicio de una vida universitaria alejada del hogar familiar, ya que se tienen que trasladar a la capital para cursar los estudios elegidos.

el 25 sep 2014 / 16:34 h.

pisoEstudiantes0001.jpg Durante estas semanas, las universidades de la ciudad de Sevilla han comenzado a llenarse de estudiantes, muchos de ellos «principiantes», que por primera vez van a vivir a la capital para cursar sus estudios universitarios. Es el caso de estas tres estudiantes de la provincia de Sevilla: Carmen Rocío García tiene 19 años y es de Gilena; Lidia Gómez y Almudena Rivero, 18, ambas procedentes de la localidad de Estepa. Fueron compañeras de clase durante su paso por el instituto. Tras realizar la selectividad y tener adjudicada la carrera que iban a realizar, las tres decidieron vivir juntas durante este primer curso, el más importante de sus vidas profesionales. «Buscar piso no fue fácil, aunque delimitamos varias cosas antes de empezar con la búsqueda», plantean a la vez. Mientras hablan esbozan una sonrisa cómplice al recordar la reciente aventura de encontrar el primer hogar fuera del cobijo familiar, lugar que será el escenario de la primera toma de contacto con la universidad, la capital y la propia «independencia». Comentan que lo primero que decidieron fue la zona donde iban a vivir, un punto intermedio para las tres estudiantes. Mientras Carmen Rocío estudia Finanzas y Contabilidad en la Facultad de Económicas de la Universidad de Sevilla, en el Campus de Ramón y Cajal; Lidia y Almudena lo hacen en la Facultad de Comunicación, en la Cartuja, para cursar sus estudios de Publicidad y Relaciones Públicas y Comunicación Audiovisual, respectivamente. «Triana resultó ser la mejor zona ya que a todas nos veía bien. Está perfectamente comunicada por autobús con nuestras facultades», dicen. El tema del precio del alojamiento también era importante para ellas: «Teníamos un presupuesto de 600 euros para el piso completo, es decir, 200 euros por cada habitación». Cuentan que el piso «no era nada del otro mundo», pero hubo pequeños detalles que terminaron haciendo que se decidieran por él: «Está recién pintado, tiene toda clase de electrodomésticos en la cocina y algunos muebles son nuevos, la parada de bus está muy cerca e incluso hay pequeños detalles decorativos que lo hacen acogedor». Pagan 550 euros al mes por el alquiler, menos de lo que pensaron gastarse en un principio. La zona les gustó y además el casero les pareció encantador. Las madres, que les acompañaron en la visita, también estaban de acuerdo con que ese fuera el lugar elegido para vivir durante este curso escolar. A pesar de la existencia de diferentes vías para encontrar piso, ellas lo encontraron por una página de internet. «Tuvimos suerte con la búsqueda, ya que sólo visitamos este», aseguran satisfechas. En cuanto a la organización en la casa, aún es pronto para valorar si funciona o no. Saben que la convivencia no es fácil pero tienen claro que el respeto es la base para que todo vaya bien entre ellas. Las tres tienen las clases por la mañana, Carmen Rocío es la que entra más tarde, por tanto es la que menos madruga: «Cuando Almudena y Lidia se van, yo me levanto y comienzo a prepararme», comenta. Con las comidas no hay problema, sus madres las aprovisionarán de tuppers a lo largo de todo el año: «De momento tenemos el congelador lleno...», bromean. Los primeros días son duros, coinciden en destacar: «Asusta eso de comenzar a vivir lejos de tu familia, pero gracias a las nuevas tecnologías estamos hablando constantemente y saben qué estamos haciendo en cada momento». A pesar de estar bien, echan de menos su entorno y a su familia, y eso se aprecia en alguna que otra frase inconsciente: «El fin de semana estará pronto aquí y nos iremos al pueblo», confiesan. EL ARRENDADOR. Es el tercer año consecutivo en que Francisco Sánchez alquila el piso que tiene en propiedad y que no habita desde hace algún tiempo. Este jubilado dice que la paga que percibe le es insuficiente para vivir de forma holgada y ha tenido que recurrir a la idea de alquilar su segunda vivienda para poder «ir tirando». «El primer año que alquilé el piso lo hice con una familia, no fue mala la experiencia, pero prefiero que sean estudiantes», resalta Francisco. Explica que los estudiantes le inspiran más confianza que las familias, ya que tienen detrás el respaldo de sus padres y eso para él es una tranquilidad en los tiempos difíciles que se viven en la actualidad. En cuanto al precio, dice que podría alquilarlo por más, pero que tiene en cuenta que son estudiantes y por eso se adapta: «El precio lo acordamos entre mi hijo y yo, además es él quien me ayuda a poner el anuncio en internet, yo estoy mayor para entender esas cosas». Un vecino fue quien le dio la idea de poner el piso en alquiler, aunque éste no corrió con demasiada fortuna: «El pobre no tuvo suerte, alquiló el piso a un matrimonio y dejaron de pagarle, pasó mucho tiempo hasta que un juez pudo sacarlos de su casa, se llevaron todos los muebles y dejaron el piso destrozado». Es por eso que Francisco confía en los estudiantes, quienes a pesar de «formar constantes fiestas» nunca le han dado problemas más allá de eso: «Son cosas de la edad, tienen edad de divertirse, disfrutar y aprovechar a la vez el tiempo para formarse, salvo estas pequeñas fiestas nunca he tenido problemas con los estudiantes, al revés, yo les tengo incluso cariño porque sé que están lejos de su familia y muchas veces tampoco es fácil para ellos», plantea sonriente. INMOBILIARIA. José Luis Nevado es el gerente del Grupo Inmobiliario Vive, una compañía que lleva diez años al servicio de personas que necesitan buscar un hogar. Desde el comienzo los estudiantes han sido uno de sus principales clientes, facilitándoles una cartera de viviendas para poder compartir durante el curso escolar que recién empieza. «Los estudiantes tienen dos momentos clave en el que demandan los servicios de asesoramiento en la búsqueda de viviendas de alquiler», explica Nevado. Uno de ellos coincidiría con el final del mes de mayo y el mes de junio, y otro entre finales de agosto y el mes de septiembre. Destaca que existe otro periodo entre diciembre y enero en el que existe un repunte de la demanda, y que coincide con «la ruptura de la convivencia entre algunos de ellos» que optan por cambiarse de piso. «Generalmente buscan viviendas de dos o tres dormitorios con baño y cocina reformados», asegura. Otras características como la luminosidad, la amplitud de las habitaciones, que sea exterior o que tenga mesa de estudio son también muy tenidos en cuenta a la hora decidirse por el lugar donde vivir durante el curso escolar. En cuanto a la zona preferida, existen barrios con mucha tradición universitaria: «El distrito Macarena, Nervión, Reina Mercedes e incluso Triana son los barrios más demandados». Aunque destaca que es Nervión «con diferencia» el más buscado debido a la concentración de facultades en la zona. «Que esté bien comunicada con paradas de autobús, boca de metro o que estén cercanos a la universidades también suele ser tenido en cuenta para determinar dónde vivir», revela el experto en el tema. Normalmente son los hijos los que deciden el lugar donde van a vivir: «Los padres sobre todo se centran es aspectos como la negociación o el cierre del contrato, se limitan a dar el visto bueno», explica. También asegura que hay muchos padres que acompañan a sus retoños, sobre todo en alumnos principiantes o los que deciden irse a vivir solos: «En ese caso los padres se implican más en la búsqueda que cuando comparten». El precio de una habitación en un piso compartido en Sevilla puede oscilar entre los 160 y los 260 euros. Las zonas en las que se encuentre la vivienda va a hacer que estos precios varíen: «Mientras que en la zona de La Macarena un piso puede alquilarse por 470 euros, en Nervión una vivienda de las mismas características podría costar 550 euros», subraya. Nevado asegura que el mercado de alquileres ha bajado en los últimos tres años en Sevilla, cifrando la bajada entre el 15 y el 20 por ciento de lo que se llegó a pagar. Existen, por otro lado, cada vez más padres que deciden comprar una vivienda en lugar de alquilarla: «Aprovechan que el valor de la vivienda ha bajado para invertir y ahorrarse pagar alquiler durante los años que su hijo permanezca estudiando, si además son más de uno los hijos, empieza a salirle mucho más rentable que alquilar», asegura. También cuenta que hay muchos particulares que compran pisos para alquilar exclusivamente a estudiantes debido a la garantía que supone que en los pagos intervengan los padres: «Con una familia no lo rentabilizarían tanto como alquilándolo para compartirlo entre varios estudiantes», a pesar que durante el verano la vivienda quedaría vacía y, por ende, el arrendador no percibiría nada durante ese tiempo.   DESDE LA UNIVERSIDAD. El Servicio de Asistencia a la Comunidad Univeritaria (SACU) de la Universidad de Sevilla y el Centro de Atención y Asesoramiento al Estudiante (CASA) de la Pablo de Olavide informan a sus alumnos sobre las diferentes posibilidades de alojamiento existentes: viviendas en alquiler, colegios mayores y residencias universitarias. Las bolsas de alojamiento actúan como intermediarias entre personas interesadas en alquilar o compartir su vivienda y los estudiantes procedentes de otras localidades que solicitan alojamiento en Sevilla o sus alrededores. Se puede acceder a este servicio a través de sus respectivos portales web o dirigiéndose a las oficinas de atención al público de cada universidad, donde se les facilitará información personalizada en función de las necesidades de cada estudiante. Además, la UPO ofrece un programa de alojamiento compartido, Universitarios Solidarios, que ofrece a los estudiantes alojamiento gratuito en viviendas de personas con algún tipo de necesidad especial, como mayores, personas con discapacidad y familias monoparentales. El estudiante tendrá alojamiento gratuito a cambio de colaborar en pequeñas tareas domésticas como hacer compañía, cuidar de niños o ayudar en las tareas del hogar. Este programa está subvencionado por la Consejería para la Igualdad y el Bienestar Social de la Junta de Andalucía a través de un convenio de colaboración firmado para la realización del mismo.

  • 1