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Primero el huevo, después el fuero

Estos días se viene hablando, y mucho, porque el tema tiene su morbo, de la proyectada congelación de los sueldos de los parlamentarios andaluces que hay que situar en el contexto de restricción del gasto público de las administraciones.

el 15 sep 2009 / 11:17 h.

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Estos días se viene hablando, y mucho, porque el tema tiene su morbo, de la proyectada congelación de los sueldos de los parlamentarios andaluces que hay que situar en el contexto de restricción del gasto público de las administraciones. Es lógico que ante una situación de crisis, que obliga a la mayoría de los ciudadanos a apretarse el cinturón, los políticos tengan gestos, como éste que, aunque produzcan mas un efecto ejemplarizante que práctico, llevan a la calle la impresión de que existe una decisión política de compartir las dificultades y que, quiénes se dedican a la cosa pública, no son ajenos a las angustias del común de los mortales.

Todos sabemos que una medida de este tipo es insignificante en su cuantía, pero importante en su concepto, y precisamente por eso, no se acaba de entender que la dificultad para tomar la decisión de congelar los sueldos, que todo el mundo aplaude, sobre todo de puertas del parlamento hacia fuera, estriba en el procedimiento para tomarla.

En grandes líneas, el problema radica en si es la Mesa de la Cámara la que ha de adoptar el acuerdo, o ha de hacerlo el Pleno.

Así que, si los efectos son los mismos, la diferencia no puede estar en otro sitio que en la rentabilidad partidista que se le quiera sacar al tema. Efectivamente, no tiene la misma trascendencia informativa un acuerdo, tomado en la relativa intimidad de la Mesa - aunque haya cobertura periodística de sus reuniones - que cuando lo mismo se hace en una sesión plenaria, en la que las intervenciones se prestan mucho más al discurso político y se asegura una más amplia difusión.

Evidentemente, es mas práctico que un asunto así lo resuelva la mesa, pero si de lo que se trata es de acentuar el carácter ejemplarizante del acuerdo, lo lógico es que uno se incline por su discusión en el plenario, porque no está mal, sobre todo en los tiempos que corren, que el público interesado pueda contemplar cómo sus representantes electos se hacen un relativo harakiri económico, con luz y taquígrafo.

Por supuesto, que si el asunto llega al Pleno, las intervenciones no se reducirán a la congelación de los sueldos, sino que probablemente se deriven hacia temas de menos gusto para el gobierno. Pero bueno, se pasa un mal rato y ya está, porque ese probable amargo trago, quede compensado por la sensación de transparencia que percibiría el ciudadano, que no está acostumbrado a que los políticos hablen en público del dinero de los políticos.

Lo que no sería de recibo es que el desencuentro en el procedimiento impidiese el acuerdo porque alguno podría pensar - hay gente para todo - que pudiera tratarse de un montaje para que la decisión no se tomase. Así que en este caso primero el huevo después el fuero.

Periodista. juan.ojeda@hotmail.es

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