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¿Qué le pasa al cante?

Lo flamenco, de probable cuna gaditana, se convirtió en el flamenco en Sevilla, no sólo porque lo diga su primer cronista, Estébanez Calderón, sino sobre todo porque en documentos y testimonios gaditanos del XVIII no aparecen nunca sus eslabones esenciales, el que, llamándose primero soledad, se hizo soleá y...

el 15 sep 2009 / 11:37 h.

Lo flamenco, de probable cuna gaditana, se convirtió en el flamenco en Sevilla, no sólo porque lo diga su primer cronista, Estébanez Calderón, sino sobre todo porque en documentos y testimonios gaditanos del XVIII no aparecen nunca sus eslabones esenciales, el que, llamándose primero soledad, se hizo soleá y la seguidilla que terminó en siguiriya.

De entonces a hoy el flamenco hizo de casi todo, fue estirado, encogido, hilvanado o zurzido por muchas manos hasta que, en el umbral de la democracia, la Bienal de Flamenco tuvo la osadía de sacarlo del ámbito tradicional y colocarlo en el Parnaso de las Artes.

Eso -no el número de espectáculos o la suntuosidad de la escena- es lo que desde el principio diferenció al evento sevillano de todos los demás, ahí estribó su singularidad y fue esa visión de muchos, que la Bienal recogía, la que propició innovaciones en el baile y en el toque. No los ha habido, sin embargo, en los cantes fundamentales, donde sólo se experimenta con las letras mientras el venero musical parece seco.

Todo tiene su dificultad. Para tocar o bailar se puede ser de cualquier parte. En el cante, esos palos están atados -hasta ahora- al territorio de Andalucía la Baja, y hay que cantarlos no sólo en andaluz sino con la fonética de este marco.

Así y todo, si en otras épocas hubo cristalizaciones hoy clásicas, no hay ninguna razón para que eso no ocurra de nuevo. Es más: tiene que ocurrir porque de lo contrario bailaores e instrumentistas, en vez de palos serios, meterán en sus espectáculos las cosas más extrañas y los cantaores yendo a ruedas de prensa sin prensa. Mientras tanto, éstos deberían preguntarse si han usado la osadía y disciplina diaria de aquellos o se han conformado con buscar versos de un poeta raro.

Antonio Zoido es escritor e historiador.

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