Local

Qué mal conduces

Rascarse el lóbulo de la oreja, otear el horizonte con melancolía, reencontrarse con su yo físico, encogerse de hombros, meter la primera muy despacito y soltar embrague.

el 15 sep 2009 / 03:49 h.

Rascarse el lóbulo de la oreja, otear el horizonte con melancolía, reencontrarse con su yo físico, encogerse de hombros, meter la primera muy despacito y soltar embrague. Todo eso tuvo que hacer ayer el conductor del coche que iba delante desde que el disco se puso en verde hasta que por fin echó a andar como si en vez de gasoil usara nitroglicerina. Y encima, las autoescuelas. A ver para cuándo se legisla que al menos las primeras clases prácticas se den en una pista cerrada, y no en el Centenario o en Luis Montoto. Si no es mucho pedir. Jesucristo volverá, exclamaba la pegatina del coche de delante. Sí. Pues como lo tengas que traer tú...

  • 1