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Qué pena de equipo

Si el Betis viajó a Bilbao a ganar, sólo lo notaron el técnico y los jugadores. Desde fuera pareció todo lo contrario. En vez de ver un equipo que debió salir a arrollar a su rival se vio un equipo adormilado, sin tensión, contemplativo, lento y nada, nada ambicioso.

el 16 sep 2009 / 02:30 h.

Si el Betis viajó a Bilbao a ganar, sólo lo notaron el técnico y los jugadores. Desde fuera pareció todo lo contrario. En vez de ver un equipo que debió salir a arrollar a su rival se vio un equipo adormilado, sin tensión, contemplativo, lento y nada, nada ambicioso. En vez de ver un equipo compuesto por titulares que debió superar a un adversario formado por diez suplentes se vio un equipo sobrepasado por las circunstancias e inferior en mentalización, juego y puntería. Y en vez de ver a Oliveira marcando goles y a Ion Vélez fallándolos se vio a Oliveira errando una tras otra y a Ion Vélez aprovechando el único balón potable que tuvo la versión B del Athletic en todo el encuentro. Sí, es cierto que el Betis generó más ocasiones, pero el delantero suplente parecía Oliveira, tal es la imagen que dio. Y no fue el único. Qué se puede decir de la defensa en la acción del gol; del centro del campo, por su lentitud y casi parsimonia; de Emana, incapaz de elegir la opción correcta y capaz de desaparecer en la segunda mitad... Y de Noguès, por supuesto, que jugó media segunda parte con Mark González de lateral y Oliveira de interior. Puede que todos corrieran, que Edu se partiera la crisma y que ningún futbolista tenga ganas de descender, pero en la última media hora ni siquiera se asomaron a la meta de Armando. Qué pena más grande de equipo.

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