La violencia desatada tras las elecciones del jueves en Kenia amenaza con sumir en el caos a una de las potencias de África. A la muerte de 250 personas en las revueltas, según la oposición, se sumó ayer un nuevo episodio sangriento: al menos 30 personas fueron quemadas vivas en el interior de una iglesia.
El suceso tuvo lugar en Eldoret, al oeste de la capital, Nairobi. La mayoría de las personas que murieron pasto de las llamas eran mujeres y niños, según el diario local Nation, que eleva la cifra de muertos entre 35 y 40 personas
Las víctimas se habían refugiado en el templo tras ver que sus viviendas habían sido incendiadas por los manifestantes, que posteriormente quemaron la iglesia de la Asamblea de Dios. El ataque forma parte de la ola de violencia entre rivales políticos y tribus que se desató el sábado tras las elecciones en las que fue declarado vencedor el presidente Mwai Kibaki, aunque los observadores ya han puesto en duda la legitimidad de los comicios.
Violencia. El número de muertos registrados en Kenia desde las elecciones del 27 de diciembre asciende a casi 178 personas, según fuentes policiales, aunque la oposición eleva la cifra a 250. De todos modos, el Gobierno mantuvo ayer que siguen prohibidas todo tipo de manifestaciones y señaló que los disturbios son obra de "unos gamberros", por lo que descartó declarar el estado de emergencia en el país.
Pese a la prohibición de protestas, el opositor Movimiento Democrático Naranja de Raila Odinga, que no ha reconocido la victoria de Kibaki, ha convocado una manifestación mañana a la que cree que concurrirán más de un millón de seguidores.
Por las calles de Nairobi se puede ver cómo hay largas colas a las puertas de los supermercados. También escasea el combustible y el centro está cerrado a la circulación. Y es que la capital vive en estado letárgico a la espera de ver si Odinga persiste en su intención de manifestarse.
