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Quiero ser como Kanouté

Así comenzó la Fundación Kanouté: con un niño negro,  una pelota de trapo y un sueño. Hoy, las fotos de Javier Martínez de la Varga explican por qué hay que apoyar al sevillista en su mejor jugada.

el 19 dic 2009 / 19:39 h.

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El niño de la foto de arriba es Kanouté. O alguno con sus mismos sueños. Vive, como es común en media África, entre despojos, carroña, escasez, olvido, trapajos y los más crueles ejemplos de una naturaleza asesina. Con todo eso ha hecho un amasijo: es la pelota con la que aspira a convertirse en una estrella del fútbol. No por deporte, sino por supervivencia. El auténtico Kanouté, el del Sevilla, ha organizado para el martes, a través de su fundación y en colaboración con Unicef, un partido benéfico en Madrid que se antoja deslumbrante: la segunda edición, tras la experiencia sevillana, de Champions for Africa. Pues bien: para información de ojeadores de clubes y benefactores de toda condición, así es como juegan de verdad los niños en esa tierra que ha dado al sevillista el pase de su mejor tanto: dejarse de estrellatos y vanidades y convertir su éxito en una misión humanitaria.

Las fotografías son del reportero gráfico Javier Martínez de la Varga, que anda en conversaciones con el jugador de Malí para mostrarlas en una exposición en Sevilla, la próxima primavera. Han sido  tomadas durante un viaje de 17 meses desde Namibia a Madagascar, pasando por Malawi, Zimbabwe, Burundi, Ruanda, Congo, Tanzania, Sudán, Etiopía... "El fútbol", dice Javier, comentando las imágenes recién traídas de aquel continente, "es un claro ejemplo de que en esta vida no hace falta mucho para poder disfrutar". Aunque el disfrute, en África, también es un concepto un tanto diferente a lo de aquí. "No puedo decir que haya visto la felicidad en sus ojos, pero sí alegría cuando juegan al fútbol con eso que llaman balones."

Son pelotas hechas con hojas de banano, pieles de animales y hasta preservativos de los que reparten para contener el sida. El ensueño de poder salir de la miseria les da apariencia de balones de reglamento. "Al contrario que las grandes estrellas del fútbol, los jugadores en África no están mimados", relata el autor de las fotos, "y juegan partidos en cualquier condición. Sin zapatos sobre terrenos con piedras, cuando el sol está en su hora más dura y cuando no han tenido nada que llevarse a la boca. Mayores y pequeños se juntan para jugar un partido, que al principio suele comenzar con 22 jugadores pero suele acabar con más de 30 sobre el campo de juego". Sólo una foto muestra una pelota de verdad: la que él regaló a unos chiquillos de Madagascar en pago a la generosidad con que lo acogieron, pese a ser absolutamente pobres.

Cuenta el fotógrafo que él mismo recuperó su antigua pasión por el fútbol, abandonada por el asco que le provocaba el mundo de lujo y derroche que lo envuelve aquí, cuando vio cómo lo vivían los jóvenes africanos. Tanta pasión le ponen que aplauden todos los goles, los del equipo propio y los del rival, y cuando pierde su equipo en algún campeonato se hacen de otro para poder seguir enganchados al nervio de la pelea. Son forofos hasta de los equipos de la Eurocopa, que a Javier le cogió entre Malawi y Mozambique. "Pero seguidores de los buenos, de los que festejan los goles como yo y lloran las derrotas como yo", dice. "En la final vi a gente local llorando de pena cuando perdió Alemania."

Javier Martínez se adhiere con sus instantáneas, que podrán verse en Sevilla como se dijo antes, a los objetivos de la Fundación Kanouté: usar el fútbol para llamar la atención sobre un acuciante problema social que comienza unos cientos de kilómetros más al sur de donde está usted leyendo este periódico y donde andar a la espera de un milagro es desde hace tiempo la principal industria. "Se sienten identificados con aquéllos que hace no mucho tiempo vivían en las mismas condiciones que ellos, jugando con balones artesanales, y tuvieron los mismos sueños." La posibilidad de que despierten de ellos en un mundo mejor es la quiniela de la que dependen sus vidas.

De utilidad:

Fundación Kanouté: Entidad creada por el futbolista de origen maliense del Sevilla FC. Su objetivo es aliviar la pobreza mediante proyectos que generen empleos y oportunidades, devolviendo a las familias la dignidad de ganarse el sustento sin depender de las ayudas.

Proyectos más inmediatos: Construir la Ciudad de los Niños en Malí y crear un Fondo de Desarrollo para instalar granjas y otros modelos productivos en comunidades rurales de África y Asia.

Regale una cabra: Es una de las formas de colaboración creadas por la Fundación Kanouté: donar un pollo, un pato o incluso una cabra y hasta lotes de animales, destinados a familias necesitadas. Por ejemplo, puede donar una gallina dando 8 euros. Por 30 euros, son cinco gallinas. Por 60 euros, una cabra. Con este sencillo gesto (tan navideño, por cierto) estará generando una fuente de ingresos preciosa para esas familias. Vaya y entérese. 

Cómo ayudar: Acuda a la sede, en Eduardo Dato, 23, portal 7, 2ºD, o escriba un correo electrónico a: info@fundacionkanoute.com

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