Cultura

«Rajoy cumplió una de sus promesas: cero euros para memoria histórica»

El periodista Rafael Guerrero publica el volumen ‘Testigos de la memoria’, resultado de ocho años de trabajo con un programa radiofónico de Canal Sur dedicado a combatir el olvido.

el 27 abr 2014 / 23:30 h.

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Guerrero, en Canal Sur Radio. Guerrero, en Canal Sur Radio.

Ocho años de trabajo ante los micrófonos con un objetivo muy claro –combatir el olvido– dan para llenar muchas páginas. El periodista Rafael Guerrero (Granada, 1957), director del programa La Memoria de Canal Sur, ha creído que era hora de pasar a papel parte de ese ingente material, y para ello acaba de publicar el volumen Testigos de la memoria (Aconcagua Libros).

«El libro es un compendio, una seleción de las entrevistas, en torno a 300, que he realizado a lo largo de ocho años de programa con más de 250 emisiones semanales», explica Guerrero. «Es una selección con la que he querido dibujar atendiendo a las características temáticas de los testigos la realidad de la guerra civil y la dictadura. He querido dar una segunda oportunidad a estas entrevistas radiofónicas ya escuchadas en su momento para que quedan para siempre en papel y, de camino, avivar el necesario debate memorialista», agrega.

Según el periodista, «lo que la gente más agradece son los testimonios, porque de alguna manera acerca el relato histórico –que suele ser demasiado árido y poco atractivo para el público y especialmente para los jóvenes–, y desde mi punto de vista así se humaniza la historia, a través de la memoria. Yo creo que con la memoria histórica se produce un interés entre los historiadores y los periodistas –desafortunadamente no muchos–, con una especie de sinergia que se produce en torno a un punto de encuentro muy importante: la memoria oral de los testigos. Es muy importante acercarse a ellos. Debimos hacerlo antes, cuando eran menos ancianos, pero lamentablemente la losa del olvido que nos proyectó también la Transición sobre la democracia lo impidió. Aún estamos a tiempo, pero quedan poquísimos», alerta.

En efecto, la faena de Rafael Guerrero se asemeja por momentos a un desafío contrarreloj, pues cada vez que fallece uno de sus testigos se pierde una parte de ese valioso patrimonio. «He tenido la oportunidad de entrevistar a personas, y cuando he ido a por ellas para quedar y hablar, ya era demasiado tarde: recuerdo un granadino que liberó París con la división Leclerc. Hablé con él por teléfono y estaba bien. Intenté incluso ir a verlo a Francia, pero cuando me decidí a hacerlo, se puso su hija para decirme que su cabeza no estaba ya para entrevistas. Una pena», recuerda. «Y una mujer guerrillera, una maqui, la cordobesa apodada La Parrillera. Cuando la llamé para quedar con ella, ya había muerto. Así, lamentablemente, se ha perdido la memoria oral de unos cuantos», añade Guerrero.

También aprovecha el autor del libro para denunciar que el papel de las instituciones en materia de memoria histórica dista mucho de ser ejemplar: «Tras el prólogo que amablemente ha escrito el catedrático de Historia Contemporánea de Sevilla, Leandro Álvarez Rey, yo contextualizo el estado de la cuestión de la memoria histórica en España, después de analizar su evolución a raíz de la rebelión de los nietos que impulsa este fenómeno en el año 2000. Esta es una gran asignatura pendiente para España que nos sitúa en una vergonzosa posición internacional en cuanto al respeto a los derechos humanos. La propia ONU nos está sacando los colores, a través de sus diferentes organismos relacionados con los Derechos Humanos, como el propio relator Especial para la Verdad, la Justicia y la Reparación, que nos visitó hace un par de meses y puso en evidencia que aquí no se han hecho los deberes», asevera.

«Zapatero mostró un poco de sensibilidad con la Ley de Memoria Histórica», prosigue Guerrero. «Pero cuando llegó al poder Mariano Rajoy, cumplió una de las pocas promesas que hizo: cero euros para la memoria histórica. Las víctimas y sus descendientes están desamparadas y sólo se les escucha desde el extranjero, como hace la jueza argentina María Servini. Andalucía, en honor a la verdad, es una excepción por su sensibilidad social y política hacia las víctimas», subraya.

Sea como fuere, en opinión del periodista «se ha hecho mucho, pero queda mucho por hacer. Teniendo el apoyo y la comprensión internacional como se tiene –me refiero a la justicia internacional y la ONU–, el movimiento memorialista debe hacer un esfuerzo de divulgación para acabar con la nefasta influencia de los mitos y leyendas falsos de la historietografía franquista que se proyecta aún sobre la sociedad española, para hacer entender que en el fondo esto no es un capricho ni un ejercicio de reabrir heridas, ni de revanchismo, sino lisa y llanamente una cuestión de respeto a los más elemengtales derechos humanos», concluye el periodista.

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