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Rajoy supera a Aznar y consuma de forma aplastante el cambio de ciclo

el 20 nov 2011 / 23:26 h.

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Mariano Rajoy saluda a los miles de simpatizantes del PP congregados en la calle Génova.
La única duda antes de la celebración de estas elecciones era saber si el PP iba a arrasar o avasallar. Y ha avasallado. Mariano Rajoy, que se convertirá en el sexto presidente de la democracia española y el segundo que gobernará bajo las siglas del PP, logró ayer superar la mayoría absoluta de su mentor José María Aznar de 2000 -183 diputados- y obtuvo 186, 32 escaños más que en 2008. Los 10.826.518 de votos conseguidos con el 99,96 del voto escrutado -548.508 más que hace cuatro años, un 4,68% más-, sitúan a los populares a 76 escaños de distancia del PSOE, lo que supone la tercera mayor diferencia entre las dos principales fuerzas tras las mayorías absolutas de Felipe González en 1982 (95 diputados) y 1986 (79).-->--> -->

 

Estos resultados ratifican el tsunami azul que vaticinaban las encuestas desde hace meses y certifican el poder absoluto del que disfrutará el PP, que dirigirá el Gobierno central libre de ataduras, manda ya en casi la mitad de los ayuntamientos (3.811) y gobierna en 11 de las 17 comunidades autónomas. Y con estas armas tendrá que gestionar la peor situación económica de las últimas décadas.

El PP se impone en todas las comunidades autónomas, excepto en Cataluña, el País Vasco y Asturias, donde empata con los socialistas. También el triunfo es arrollador por provincias, imponiéndose en 38 de las 50: sólo pierde en Sevilla, Barcelona Lleida, Girona, Vizcaya y Guipúzcoa, y empata a diputados (aunque casi siempre con más votos) en Córdoba, Jaén, Tarragona, Soria, Cáceres, Álava y Asturias. Y es que el cambio en España se sustenta, además de en el descalabro del partido de Alfredo Pérez Rubalcaba, en el vuelco producido en ocho autonomías con respecto a 2008: Andalucía, Aragón, Cantabria, Baleares, Extremadura, Canarias, La Rioja y Navarra. Especialmente significativa es la victoria andaluza: Javier Arenas se impone por primera vez. Con estos datos el PP-A acaricia la mayoría absoluta en los comicios autonómicos de primavera.

Otra de las patas de esta victoria es el repunte en las regiones donde ya ostenta el poder: Galicia, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Murcia, Madrid y Comunidad Valenciana, en estas dos últimas los populares doblan en número de diputados al PSOE; y el avance en Cataluña, donde el PP de Alicia Camacho gana tres escaños y alcanza los 11 aunque no supera las cifras del año 2000, caundo consiguió 12 diputados. Estos datos, además, certifican el nulo efecto del caso de corrupción Gürtel, que salpica a la admistración popular en la Comunidad Valenciana, y la marcha del expresidente Francisco Camps.

Igual de apabullante fue el triunfo en el Senado, donde el PP lograría 136 senadores, 35 más que en 2004 y 88 de diferencia con respecto al PSOE.

El único registro que Rajoy, que se presentaba por tercera vez a unas elecciones generales, no logró batir es el de superar la barrera de los once millones de votos que logró José Luis Rodríguez Zapatero en 2004 y 2008, y que lo mantiene como el presidente elegido con el mayor número de sufragios de la historia. No obstante, la apabullante victoria de Rajoy es incontestable. Hay que remontarse a 1982, con el histórico triunfo de Felipe González después del intento de golpe de Estado, para ver unos resultados tan contundentes como los de ayer. Pero no es menos cierto que es el dirigente al que más facilidades se le han presentado para repetirlos: una crisis económica sin precedentes y una desastrosa gestión de ésta por el Gobierno socialista. Utilizando un símil futbolístico y con unos resultados así, se podría decir que Rajoy ha logrado esta victoria sin bajarse del autobús.

Tras meses alertando de la grave situación de España, en sus primeras declaraciones tras saberse presidente Rajoy hizo un llamamiento a la esperanza y señaló que "nadie tiene que sentir inquietud alguna". Pero lo cierto es que desde el anuncio de la convocatoria de los comicios el pasado 29 de julio, los mercados no han dado una tregua a España. Extraño ha sido el día en que no hemos estado al borde de la intervención. La celebración de estas elecciones ha coincidido con el momento de mayor pesadumbre social desde que la crisis estalló en 2008 ante el aumento imparable del número de parados, que deja ya cinco millones de desempleados; la asfixia financiera  y las perspectivas que incluyen recortes de gastos en 2012 superiores a los 21.000 millones de euros para reducir el déficit hasta el 4,4%. Y para colmo, durante la campaña, han caído los gobiernos de Grecia e Italia, elegidos en las urnas y sustituidos por tecnócratas afines al poder financiero. Mientras la prima de riesgo española -el diferencial que se paga con respecto al bono alemán- se ha disparado hasta niveles que vaticinan el rescate. Un negro panorama al que Rajoy tendrá que buscar ya una solución. "Mañana -por hoy- por la mañana estaré aquí ya trabajando", afirmó el próximo presidente, que confía en instalarse en el Palacio de la Moncloa a mediados de diciembre si finalmente se aceleran los trámites.

Tan singular ha sido esta campaña que Rajoy ni siquiera ha tenido que hacer grandes promesas para arrollar a Rubalcaba: el electorado del PP lleva movilizado meses (si no años) y el voto de castigo al PSOE también está preparado desde hace tiempo. El líder gallego lleva meses con su estrategia de perfil bajo, confiando en el desgaste del Gobierno de Zapatero. Y le ha funcionado. Por ello, su programa apenas esboza alguna que otra receta económica: austeridad sin decir de dónde recortará, control del gasto público sin decir cuál, y bajada de impuestos a empresarios, rentas del capital y familias numerosas. Ahora llega el momento de concretar y tomar decisiones.

En el cierre de campaña Rajoy lanzó dos peticiones: una a los españoles y otra a los mercados. A los ciudadanos les pidió una mayoría absoluta aplastante, y a los mercados que le otorguen "un mínimo de margen y que ese margen dure más de media hora". Su primera reclamación ha sido escuchada, ya tiene la mayoría absoluta que le permitirá gobernar sin ataduras. La segunda se antoja más complicada, con unos mercados cada vez más ávidos de poder. Y es que el político gallego ha empezado a sentir ya la presión de los omnipotentes tentáculos de los mercados: varios medios financieros de referencia le reprochan la "inconcreción" de su plan de ajustes, unos drásticos recortes que la UE exige de inmediato. Rajoy, que sabe que no tendrá los 100 de gracia, pasará hoy su primer examen: ver cómo responden las bolsas a su aplastante victoria. Pero mañana habrá otro test. Los mercados han dado muestras de ser insaciables con sus presas.

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