Así empezó y así acabó el Betis.
Minuto 53. Arzu, recién amonestado y con el árbitro pendiente de él, tiene la brillante idea de dar a Luis Helguera lo que vulgarmente se conoce como una mascá. El Betis se queda con uno menos y el Huesca (repetimos: el Huesca), que ya estaba siendo mejor que el presunto aspirante al ascenso, se convierte en dominador absoluto del choque. ¿Y cómo reacciona Antonio Tapia? Pues se olvida de que tiene un banquillo y se limita a colocar a Emana al lado de Iriney. La brillantez táctica no es una de las virtudes del camerunés, pero bueno, el equipo verdiblanco aguanta como puede e incluso roza la sentencia en un contragolpe. Veintiún minutos después de quedarse con uno menos (repetimos: veintiuno), Tapia al fin se acuerda de que hay unos suplentes, pero no refuerza el centro del campo, sino que quita a Sergio García para meter a Damiá, con lo que el delantero pasa a ser... Rodri (repetimos: Rodri). Y mientras, Mehmet Aurelio calentaba y calentaba y calentaba. Aurelio, al que el entrenador esperó y añoró durante meses. Luego, con nueve, todos atrás y a aguantar como los numantinos ante los romanos. Seguro que los numantinos, si el fútbol ya hubiese existido, no habrían permitido que los romanos les lanzasen tantos centros al área. Y claro, en uno llegó el empate. En resumen: ¿a qué juega el Betis?
