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Rescatan a una perra del contenedor antes de caer en el camión de la basura

Era de noche y sólo se oían sus ladridos, atenuados por las bolsas y los desperdicios. Una perra de raza boxer se salvó por los pelos hace unos días de morir triturada en el interior del camión de la basura, que estaba a punto de pasar. Su dueño la había arrojado viva en uno de los contenedores cercanos al supermercado Maxidía, junto a la última rotonda al sur de Los Palacios y Villafranca.

el 15 sep 2009 / 18:06 h.

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Era de noche y sólo se oían sus ladridos, atenuados por las bolsas y los desperdicios. Una perra de raza boxer se salvó por los pelos hace unos días de morir triturada en el interior del camión de la basura, que estaba a punto de pasar. Su dueño la había arrojado viva en uno de los contenedores cercanos al supermercado Maxidía, junto a la última rotonda al sur de Los Palacios y Villafranca. La sacó Candi Valera, la presidenta de la sociedad protectora El Buen Amigo, con sus propias manos.

"Recibí una llamada telefónica de una vecina que había oído los aullidos", cuenta Candi, "y me fui derecha al sitio". Cuando llegó, se encontró una escena que podría haberse convertido en tragedia minutos después, cuando pasara el camión del servicio de limpieza y arrojara la basura del contenedor en su interior.

La perra, aunque de naturaleza fuerte, estaba débil, sucia y enferma, de modo que es probable que sus ladridos se hubieran ido apagando conforme pasara el tiempo y que cuando llegaran los basureros ni siquiera advirtieran su presencia entre bolsas y cartones. "No podía salir", dice indignada la presidenta de esta asociación en cuyo refugio superan ya los 200 canes y cuyo mayor número de adopciones los realizan en el extranjero, sobre todo de galgos, muy apreciados en Holanda.

La boxer está en el refugio, aunque protegida del resto, en una habitación sola, hasta que se recupere. Esperan que alguien la adopte, pero es difícil, porque la misma esperanza tienen para el resto de perros, y allí sigue la mayoría. "Al mes puede entrar media docena y apenas sale uno", dice una de las voluntarias.

Los operarios de El Buen Amigo sospechan que la perra vivía en una casa porque "tiene el rabo cortado, no tiene pulgas y sabe sentarse". "Es probable que su dueño se hartara de ella; no tiene microchip y antes de ponérselo, tal vez decidiera deshacerse del animal". Ahora la perra, a la que no le han puesto nombre a la espera de algún adoptante, corretea sana por una habitación. "Antes de ser arrojada al contenedor pasó mucha hambre", señala Blanca, una de las voluntarias. Su pesadilla ha terminado. O al menos por un tiempo.

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