Cultura

'Robin Hood': Poco fú y nada de fá

el 15 may 2010 / 19:08 h.

Mira que la idea inicial era buena: una cinta que se titularía Nottingham y en la que el bueno sería el sheriff de dicho condado y el malo Robin Hood. Al menos prometía no volver a contarnos de nuevo la misma historia que ya nos sabemos de memoria. Pero en algún momento del camino alguien decidió que no, que el público no iba a saber congeniar con una historia en la que su héroe era un villano y que lo mejor era recurrir a algo que había funcionado con Batman begins. Dicho y hecho, Nottingham se quedó en otro atractivo proyecto encerrado en un cajón y en su lugar Brian Helgeland se puso manos a la obra para contarnos el origen definitivo (que catedralicio suena, ¿verdad?) de Robín de los bosques con Ridley Scott y Russell Crowe.


El problema es que a todos se les quedó por el camino algo: el sentido de la aventura, de la épica y las ganas de contar una historia que valiera la pena ser contada. Así, esta nueva encarnación de Robin Hood, que ahora no es Robert de Loxley, no se sabe muy bien por qué (la historia habría funcionado incluso mejor si así hubiese sido) sino un tal Robert Longstride, carece de la magia que encerraba la inocencia de la versión de 1938, o el descaro y humor del que hacía gala aquella de Costner gracias a la presencia de ese grande que es Alan Rickman. ¡Si hasta el Robin Hood animado de un Disney tenía más chicha que éste!

Con ello no quiero decir que la cinta sea aburrida, al menos no en su totalidad, pero sí que a Ridley Scott se le va de las manos la fragmentada narración del filme y, sobre todo, que con la salvedad de un Crowe estupendo y una Cate Blanchett que no le va a la zaga, el resto del reparto carece de credibilidad. Característica ésta que azota a la historia cada minuto de metraje, y que alcanza cotas que van desde la vergüenza ajena (esa Marian en la batalla final) hasta el aburrimiento (todo lo que sucede en la corte del Rey Juan) pasando por una asombrosa falta de empuje dramático que hace que el espectador sufra más por el tiempo que pierde que por el incierto futuro de los personajes. Y eso es imperdonable.

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