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Salchichas en el Año del Buey

Después de un año económicamente desastroso, al poderoso presidente de uno de los principales bancos alemanes le tocó soportar una jornada casi infernal. Comenzó con una agitada rueda de prensa poblada de agresivos periodistas, seguida de intensas reuniones con analistas tan avezados como escépticos.

el 15 sep 2009 / 21:50 h.

Después de un año económicamente desastroso, al poderoso presidente de uno de los principales bancos alemanes le tocó soportar una jornada casi infernal. Comenzó con una agitada rueda de prensa poblada de agresivos periodistas, seguida de intensas reuniones con analistas tan avezados como escépticos. Los nervios, la tensión, la ansiedad, quién sabe, provocaron que unas humildes salchichas con chucrut le llevaran al hospital ese mismo día. Tras un escueto e ineficaz comunicado del banco, los desconfiados inversores provocaron, en una sola mañana, una bajada del 3 por ciento del valor de sus acciones en la Bolsa de Frankfurt. La mayoría de alemanes que habían confiado sus ahorros en este dirigente bancario, tras la noticia de tan pesada digestión, demostraron con sus órdenes de venta una magra confianza en el valor del propio banco.

Una historia parecida a la sufrida estas semanas por otro coloso empresarial, que ha visto la cotización de sus acciones convertida en una montaña rusa. Las confusas explicaciones acerca de la enfermedad del carismático Steve Jobs, presidente de la ya mítica Apple, han causado una enorme angustia e incertidumbre en inversores y asesores financieros.

Ya ha pasado un año del desastre provocado en Société Générale por el tristemente famoso Jérôme Kerviel. Una etapa que pasará a la historia por el tsunami que ha dinamitado la banca de inversión norteamericana, las colas en las puertas de algunos bancos por el pánico de sus clientes, las fabulosas ayudas y avales públicos a algunas entidades al borde del precipicio. Escándalos como el de Madoff, que ha alcanzado a personas teóricamente expertas en el manejo del dinero. Los últimos días con el debate abierto, en algunas de las naciones más desarrolladas, sobre la posible nacionalización de los bancos. Sucesos que, con otros igualmente desastrosos y perversos, están provocando unos efectos demoledores en la economía real, cuyo peor rostro asoma estas semanas en las terroríficas cifras de desempleados y de quiebras empresariales.

Para colmo de males, en algunos medios internacionales se ha empezado a especular con una nueva incertidumbre. Una sombra de temor, que deja casi como una broma de mal gusto esa noticia sobre una sociedad de inversiones del lejano oriente, que ofrece un "índice feng shui", proponiendo la astrología como el mejor método para tomar decisiones. Es indudablemente peor ese miedo que ahora corre como la pólvora en esos mismos ambientes asiáticos. Para muchos, el Año del Buey, el nuevo año chino que acaba de comenzar, es un año maldito para la economía. Como argumento inapelable, alegan que en 1973 y 1997 el año del Buey ya demostró su terrorífico efecto con graves crisis económicas.

Ya sabíamos de los aciagos efectos de la avaricia, de la irresponsabilidad, de la imprudencia, del descontrol o el egoísmo. Pero por si esto era poco, ahora también hay que lidiar con la superstición. ¿No hay nadie que ponga un poco de orden y sensatez en este lío?

Abogado

opinion@correoandalucia.es

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