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Cofradías

Salvoconducto a la tradición más pura

Rodeada del fervor de los miles de sevillanos que abarrotaron los alrededores de la Catedral, la Virgen de los Reyes cumplimentaba su recorrido en apenas hora y media. (FOTOS)

el 15 ago 2014 / 11:03 h.

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Procesión de la Virgen de los Reyes 2014. / José Luis Montero Procesión de la Virgen de los Reyes 2014. / José Luis Montero   FOTOGALERÍAS: Procesión de la Virgen de los Reyes y Misa de la Asunción  /  Vírgenes dormidas en Santa Rosalía y Pozosanto  /  Homenaje a la familia Bejarano  /  Ambiente en Sevilla el día de la Patrona Como los policías nacionales que desde que se abre la vitrina del tesoro custodian su valiosa corona de madrugada junto al paso, así de celosos deberían mostrarse siempre los sevillanos de todos los rincones de la Archidiócesis por preservar las esencias de esta inigualable procesión de resonancias fernandinas enraizada en la cadena genética de la devoción local desde el siglo XIII. Procesión de la Virgen de los Reyes. Ambiente en las calles. / José Luis Montero La gente madruga para ver a la Virgen. / José Luis Montero Un año más se cumplió el rito de la mañana de la Asunción. La Virgen de los Reyes se reencontró con Sevilla en su secular procesión de tercia por las gradas bajas de la Catedral. Rodeada del fervor antiguo y la devoción sencilla de los miles de sevillanos que abarrotaron los alrededores de la Catedral, enmarcada su candorosa sonrisa entre las filas, cada vez menos pobladas, de los canónigos, la Patrona de Sevilla, luciendo el manto verde regalo de la reina Isabel II, cumplimentaba su recorrido en apenas hora y media en una mañana calurosa y en la que volvieron a repetirse, como en un ritual inalterable, los sonidos y las estampas propias de la mañana del 15 de agosto. Porque, aun sin vítores ni aplausos, esta procesión atesora su original e inigualable banda sonora. La de la Marcha Real atronando en el órgano de la Catedral cuando la tumbilla empieza a descender la rampa y a deslizarse por el enlosado marmóreo de la nave de Palos buscando esa luz tenue que empieza a colarse desde la plaza de la Virgen de los Reyes; la del bronce de la Giralda repicando a gloria cuando la primera piña de nardos franquea el cancel de la Puerta de los Palos; la del hondo silencio maestrante en la plaza que pide las tres gracias y bisbisea oraciones con lágrimas en los ojos; la de los motetes del coro de antiguos alumnos de la Escolanía Virgen de los Reyes cuando salmodian sus salutaciones a la Señora; la de las susurrantes voces de mando de los Bejarano, que ayer cumplieron cien años acariciando el martillo de la Patrona; o la de las marchas de procesión de la banda militar que acompaña, muy en la lejanía, al paso para que nada perturbe su belleza.Y si maravilloso es el álbum sonoro de la mañana del 15 de agosto, no lo son menos su acompasada escenografía, su medido cortejo y su altruista colección de extras, esa inmensa marea de fieles que desde las aceras, en las gradas catedralicias o arramacimados a las plantas del monumento a la Inmaculada atestiguan con su incondicional presencia su fidelidad devocional a esta imagen fernandina que alumbra los destinos de Sevilla. (LA CRÓNICA COMPLETA EN EL PERIÓDICO DE ESTE LUNES)

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