D. Cela/I.Comesaña/R.Velis
Al correrse la voz de que la Policía había detenido a Miguel y a Samuel, los amigos de Marta del Castillo reclutaron a un ejército de internautas, miembros de la red social Tuenti, para dejar al desnudo todos los detalles de sus vidas. Aún no habían confesado y ya se conocían sus apellidos, su dirección, fotos y mensajes que se mandaron entre ellos.
Quienes tenían agregados a Miguel C.D. y a Samuel B.P. en su cuenta personal de Tuenti -una red virtual que sirve para hacer contactos entre amigos y desconocidos- tardaron apenas minutos en colgar los apellidos de los dos sospechosos de la desaparición de Marta, datos reservados que están protegidos bajo secreto de sumario.
Los apellidos, la dirección, el barrio en el que vivían, su fecha de nacimiento, fotos personales, fotos con Marta, mensajes que se mandaron entre ellos, el lugar en el que trabajaban... Toda esa información, mucha de ella sólo en manos de los responsables del caso, se hizo pública a través de conocidos de conocidos de los dos sospechosos de la desaparición de Marta.
En Tuenti, sólo un 5% de los miembros tiene el perfil personal abierto, la mayoría se comunica con sus allegados a través de vías de comunicación reservada. Fueron personas con acceso al perfil personal de Miguel y de Samuel las que, "en solidaridad con Marta", volcaron en internet todo lo que habían hecho o dicho en Tuenti. Incluso un mensaje que Samuel le envió a Miguel justo el día antes de que éste fuera detenido: "illo engo k ablar contigo no te preocupes no es na malo sólo ablar contigo xk no veas cómo está to el mundo...ok??llámame anda, ciao cuídate tío. Aún no había confesado Miguel, y los amigos y conocidos ya habían alimentado un sinfín de rumores en internet, y un proceso paralelo en el que ambos jóvenes habían sido ya declarados culpables. Uno de los amigos cercanos de Marta, Gabi, aparecía en una foto junto a Miguel y Marta, los tres tumbados en el sofá de una casa, en actitud animada. Alguien escribió que el chico era Samuel, y Gabi, al enterarse, se quedó de piedra.
Los compañeros del colegio de Marta no estuvieron cerca de sus ordenadores. Acamparon desde por la mañana a las puertas de la casa de su familia, esperando que alguien "desmintiera que el novio había confesado que mató a Marta". Cuando la noticia se confirmó, su mejor amiga, Alejandra, no era capaz de hablar, estaba destrozada. El viernes por la tarde, a punto de coger un tren a Córdoba, supo que habían detenido a Miguel y temiéndose lo peor se quedó en Sevilla. Pero ni siquiera había podido dirigirse aún a la familia de la joven para expresarles su pésame.
Los amigos más íntimos de Marta no tenían mucha relación ni con Miguel ni con Samuel. A Samuel lo vieron el día de la misa que dio el cardenal en la iglesia de San José Obrero, cuando hizo declaraciones a un programa de televisión sobre el miedo que tenía Miguel porque todos le creían culpable. Los compañeros de Martan han pensado concentrarse hoy en la Cartuja, frente al puente del Alamillo, para mostrar su dolor y su solidaridad con la familia.
