Cofradías

San Gonzalo, miedo a un chubasco... de críticas

La hermandad tardó dos horas en decidirse, temiendo repetir el esperpento de 2012 H La Virgen se volcó con la clínica Infanta Luisa

el 25 mar 2013 / 23:46 h.

Casi dos horas tardó San Gonzalo en tomar una decisión. Había auténtico pavor a repetir el esperpento del año pasado y a acabar con los pasos empapados, aunque la lluvia que más temían ayer en la hermandad no era de agua, sino de críticas y palos. Nadie iba a perdonarles otro error como el de 2012, cuando con alerta amarilla sacaron la cofradía a la calle tras mucho esperar y, tras ser sorprendidos por el diluvio en San Martín de Porres, en lugar de volver, llevaron al Señor del Soberano Poder hasta el Centro, y cobijaron a la Virgen de la Salud en la capilla de La Estrella. Empapados. Descompuestos. Un desastre. Por eso, la nueva junta, con el hermano mayor José Fernández estrenándose, se lo pensó con demasiada calma. A las 15.00 horas, cuando debía poner en la calle su cruz de guía, aún no se había adoptado una decisión. La osadía de El Polígono y Santa Genoveva, que se lanzaron en estación de penitencia sin dudarlo, cuando más oscuro estaba el cielo, presionaba demasiado. El Cabildo se dio una hora de margen. “A las cuatro diremos si salimos”, comentaba a este periódico el hermano Manuel Lavado, que reconocía que los acontecimiento de 2012 pesaban en el ánimo de la junta. “Claro que influye. No podemos jugar a los pasitos. Llevamos muchos niños y hay que hacerlo bien”. La espera se hacía tensa a las puertas del templo, donde todo el barrio se agolpaba tras las vallas municipales, esperando que el cielo abriera o rompiera de una vez, aunque mejor lo primero, para quitarse el mal sabor de boca. “La Redención también sale”, comentó de pronto uno de los hermanos encargados de guardar celosamente la puerta. “Las demás están cerca del Centro, nosotros somos los que más lejos estamos. Como llueva no tenemos dónde meternos”, justificaba otro. Pese a la falta de noticias, algunas señales invitaban a la esperanza. A menos cuarto, los músicos corrieron a formar, por orden de no se sabe muy bien quién. Algunas bromas trataban de rebajar la presión. “Van 1-1”, decía alguno de los costaleros, que llevaban rato preparados y cada dos minutos se acercaban a la entrada del templo en busca de alguna novedad. A las 15.55 horas, de pronto, los cientos de vecinos apostados frente a la Parroquia de San Gonzalo mandaron callar. La decisión era inminente. “Por ahí viene el anticiclón de Huelva”, soltó con guasa un hermano mientras señalaba los primeros claros que se abrían en el cielo. Ni aun así. Hubo que esperar 30 minutos más hasta que al fin se escapara la noticia desde la estrecha puerta. “¡Que salimos!”. Una ovación desarmó el silencio y la gente enloquecía mientras giraban los goznes del pórtico. La cruz de guía se plantó en la calle. Al fin era Lunes Santo en Triana. Con el miedo a los pronósticos en el cuerpo, empezaron a desfilar durante 45 minutos nazarenos. El recorrido se había recortado para llegar a Carrera Oficial en hora, pero había que apretar el paso. A las 17.15 asomaba al fin el misterio, recibido por la saeta de una vecina desde una azotea. El Cristo del Soberano Poder, de Ortega Bru, lucía túnica lisa, aunque algunos esperaban la bordada del Vía Crucis. Lo mecieron con esmero antes de dejar paso a otro buen trecho de nazarenos –salieron 2.200–. Al fin, aparecía la Señora de la Salud, de blanco resplandeciente y reestrenando un impecable techo de palio restaurado, que dejaba entrever el recular de los nubarrones. Aplausos trianeros y cánticos de un grupo de niños y personas con discapacidad de la Residencia de San Juan de Dios dieron la bienvenida a la Virgen de los enfermos. Los ojos cargados de esperanza de quienes se emocionaban rezándole delataban en qué sentido iban los ruegos. Salud. El mismo deseo de los pacientes de Infanta Luisa, donde la Señora fue recibida con una petalada de flores y deseos de mejora. Le tocaron la marcha Pasan los campanilleros, y el capataz mandó volcarse con la clínica vecina. “Salud para los míos”, pedía una mujer entre lágrimas. Pocos imploraron seguro por los dramas de materiales. Y es que ante la Virgen de San Gonzalo muchos recordaron qué es lo principal. EL SUSTO DE LA SALIDA. Había ansias por reencontrarse con San Gonzalo. Los costaleros, entusiasmados tras conocer que habría estación de penitencia, se lucieron en sus salidas, aunque un pequeño traspié dio un susto a los presenten frente al templo. Mientras cruzaba bajo el dintel, la Virgen se desestabilizó ligeramente. Hubo un “uyyy” muy largo y rápidamente corrigieron. Aquí no ha pasado nada.

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