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San Lorenzo es abstracta

Sevillana, céntrica y religiosa, la plaza se convierte por ello en el rincón favorito de Ignacio Tovar, pintor abstracto que la describe a través de una mirada artística

el 19 oct 2009 / 19:36 h.

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"¿Por qué la plaza de San Lorenzo?" El pintor Ignacio Tovar (Castilleja de la Cuesta, 1947) no necesitó más de diez segundos para responder a la pregunta de... "¿Qué rincón sevillano elegiría, desde su perspectiva de artista plástico, como el más especial?". Del mismo modo que no dudó en decir que la Plaza de San Lorenzo, tampoco titubeó a la hora de dar las razones que reforzaban su elección: "¿Qué por qué? Fácil. Es una plaza céntrica, muy viva, de gente de aquí, los turistas parecen haberla olvidado", comenta Ignacio. Pero lejos de ese "vencideo" que tanto le atrae, lo que más le gusta a este sevillano de 62 años es "la dimensión de la plaza, los árboles y la luz". Y eso que lo suyo es la abstracción...

Muchos sevillanos y extranjeros coinciden con la opinión del pintor, la plaza de San Lorenzo, ésa que acoge a la Virgen de la Soledad y al Cristo del Gran Poder, se encuentra posiblemente entre los diez rincones preferidos de los que tienen la fortuna de vivir en esta ciudad o han tenido la suerte de pasar por ella alguna vez. Dos bares, varios bancos en los que sentarse a leer, a pensar o a charlar con el vecino de toda la vida, una tienda de chucherías, un quiosco, una estatua del Juan de Mesa de Sebastián Santos Calero y dos iglesias. Todo esto concentrado en unos pocos metros hacen de la Plaza de San Lorenzo una de las más peculiares de toda Sevilla. "Pero sería injusto decir que sólo es esto", apunta Ignacio Tovar.

Parece que desde la mirada de un artista, de ésos que nacen (porque Ignacio siempre huyó de la formación académica y prefirió seguir su instinto), lo meramente físico e inmutable, como es la piedra del banco donde uno se sienta, o las sillas del singular Bar El Sardinero, no es lo importante. "Los niños jugando al fútbol, las hojas de los árboles que se mecen con el viento o la luz colándose entre las ramas es lo que realmente hacen a este rincón especial", explica Ignacio.

Responde a la lógica pensar que, ya que tanto le gusta a este artista/pintor -como él mismo se define- esta plaza, podría haberla pintado alguna vez a lo largo de su carrera. Pero no ha sido así. "Yo pinto de forma abstracta, lo mío no es la figuración". Tovar reconoce no obstante que en más de una ocasión se ha topado andando por la calle o por el campo con algo que ya había pintado previamente, "Yo no busco qué pintar, la idea nace en mí, y luego veo que en realidad ya existía, que yo nunca inventé nada".

No cree en nada excepto en su pintura, pero siente "verdadera admiración" por la capacidad que tiene el Gran Poder de "atraer a tantas personas, de unir a diferentes generaciones en torno a una misma figura". Asegura que es "el culpable" de que tantas personas conozcan la Plaza de San Lorenzo y estén enamorados de ella. Hace unos años Tovar, si creer en ningún Dios, pintó 19 dibujos de temática religiosa. El año pasado se los regaló todos a la Iglesia del Gran Poder. "Tú puedes creer o no creer, pero éste Cristo hace que la gente sea más buena", afirma el pintor.

"A San Lorenzo no se viene a hacer negocios sucios, aquí la gente viene a relajarse, a tener una vida mejor", comenta. "Una vida", dice, "que hasta puede llegar a ser tranquila descansando en uno de estos bancos". Es sentado en uno de ellos donde Ignacio Tovar concluye su explicación: "Amo esta plaza porque aquí la gente se conoce".

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