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Cultura

Se acaban los festivales en los pueblos y llega la Bienal

el 26 ago 2010 / 19:26 h.

Los festivales del verano van terminándose. Mairena del Alcor cierra siempre la temporada, aunque cada vez hay más festivales en septiembre. Pero es Mairena donde se cierran los veranos flamencos. Este año, por cierto, con un cartel muy curioso en el que el omnipresente Poveda se batirá el cobre con dos buenos cantaores locales como son Antonio Ortega hijo y Manuel Castulo. Mucho tendrá que apretar el catalán para salir airoso, porque ambos suenan bien y conocen el paño.

Está siendo un verano flamenco marcado por la crisis, aunque esperábamos más recortes. Como de todo se saca tajada, los cantaores modestos se están poniendo las botas ante la imposibilidad por parte de los ayuntamientos de contratar a las primeras figuras, que son, como es lógico, quienes más público llevan a los festivales de verano.Lo de llevar mucho público a los festivales es una obsesión de todos, de ahí que hayan recurrido casi todos a artistas taquilleros como José Mercé y Miguel Poveda, aunque no siempre han podido lograrlo. El Gazpacho Andaluz y el Festival de Cante Jondo Antonio Mairena sí lo han hecho y esto puede tener varias lecturas. Los consistorios son los que ponen el dinero, y como el que paga es el que manda, lo que quieren es llenar los recintos. Parece que se han contagiado de la Bienal de Flamenco, donde ya se está hablando de lo bien que va la venta de las entradas, pero aún no ha hablado nadie de si va a haber o no mucho arte jondo.

Curiosamente, los festivales que mejor están funcionando son los más modestos. Siguen teniendo defectos, pero este verano hemos escuchado buen cante en festivales que suelen resolverse con tres euros. Hay voces nuevas que se están incorporando, lo que siempre es una magnífica noticia. Caso de la de la utrerana Mari Peña, que en el festival de Bellavista puso bien alto el listón de la tierra de Fernanda y Bernarda. Su actuación le valió un contrato para actuar en el de Alcalá.

Mientras en los festivales grandes, de más prestigio, sólo piensan en contratar a las figuras de moda, en los más modestos están velando por la esencia del cante. Montellano es una lección constante: por muchas modas que vengan, el festival lleva a quienes dan verdad. Y no es que las figuras de moda no den verdad en el cante, aunque hay de todo. Pero son tan famosos y atraen a un público tan variado que apenas son dueños de su alma.

Acaban los festivales de los pueblos y llega la Bienal, el festival de flamenco más largo del mundo. Es otra historia. Es un festival enfocado para los extranjeros, de ahí que se promocione más en países de Europa que en Andalucía.


Para quienes llevamos todo el año escuchando flamenco y aún no hemos cogido las vacaciones, empalmar el verano con la Bienal es una verdadera paliza. Pero, como suele decirse, sarna con gusto no pica. Esta Bienal tiene mucha tela que cortar y la vamos a analizar como lo hemos hecho siempre, sin dar la más mínima ojana y exigiéndole lo máximo al que, para muchos, es el festival de los festivales.

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