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Cultura

Se busca al ‘Rey León’: razón aquí

Un centenar de jóvenes aspirantes se dieron cita ayer para ganar una plaza en la obra.

el 27 nov 2013 / 23:30 h.

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Las bailarinas optaron ayer en una dura prueba a formar parte del musical El rey león. / J. M. Paisano (Atese) Las bailarinas optaron ayer en una dura prueba a formar parte del musical El rey león. / J. M. Paisano (Atese)

Quieren estar diez años en la Gran Vía madrileña. De momento van por su tercera temporada. Y aunque la aspiración parezca lejana, el musical El rey león se ha convertido en el gran espectáculo de su género que puede verse en España. Aunque sólo sea por las cifras que maneja: como punto de partida la producción ha costado diez millones de euros. Ayer, los máximos responsables artísticos del montaje pasaron una jornada en Sevilla fichando a nuevos bailarines y cantantes. “Aunque quienes en última instancia darán el visto bueno final serán las gentes de Disney”, decía ayer el productor Fernando Olives al respecto del todopoderoso label propietario de los derechos.

Por si las dudas, en modo alguno El rey león ha colgado los colmillos y se ha vuelto a la selva con Simba, Mufasa y Scar. “Nos gusta tener a suplentes listos para entrar en cualquier momento y hay muchos bailarines que, por ejemplo, pasado un tiempo se marchan a otro proyecto”, explicaba ayer Olives sin quitar reojo al grupo de bailarinas que, en el Conservatorio de Danza AntonioSoler, agitaban sus cuerpos bajo el fiero escrutinio de la coreógrafa de la compañía. Que aquello no era un casting para El lago de los cisnes parecía claro por sus movimientos, clarísimo por los grititos asilvestrados de la banda sonora. “Hacemos audiciones en varias ciudades de España; tras Sevilla iremos a Madrid, Barcelona y Valencia, pero también viajamos mucho a Iberoamérica”, explicaba el productor.

Hasta once nacionalidades –algunas muy remotas como Filipinas, Sudáfrica o Panamᖠse dan cita en el cast del musical cuya música compusiera originalmente Elton John y Tim Rice, enriqueciera después para el cine Hans Zimmer y, finalmente, para este espectáculo, se contara además con el cantautor africano Lebo M. “No sólo buscamos bailarinas estilizadas, también fuertes y de menor estatura”, matizaba Olives.

Stage Entertainment, la productora que hace sólo unas semanas presentó en el AuditorioFibes Los Miserables, está también detrás de El rey León. Sin embargo, el productor aseguró ayer tajantemente que, a pesar de la rumorología, “el musical no se va a mover de Madrid”.“Este es el montaje más grande que se ha hecho nunca en España, moviliza a 150 personas, necesita un teatro enorme con unas características especiales... no, ni ahora ni más adelante saldremos de la Gran Vía”, aseguró ayer su responsable ejecutivo.

Mientras que las bailarinas seguían a lo suyo un grupo de jóvenes cantantes se iba arremolinando en la puerta con cara de circunstancia. “Los programas de cazatalentos han desmitificado mucho las audiciones, ahora hay muchos que, simplemente, vienen a probar suerte, a ver qué tal”, argumentaba Sergi Cuenca, director musical de la obra. “Buscamos voces muy buenas, tirando a rock, con grandes capacidades, pero que den también perfiles étnicos”, decía mientras que, al escucharle por lo bajini más de uno se escurría puerta afuera por aquello de que ir por ir es pa ná. No comoAntonio Batista, aspirante milanés de origen cubano residente en Sevilla. De buena gana, por su porte y por la curva melódica de su “buenos días”, los de la productora le habrían echado la zarpa sin examen. “Cuando tienes a un auténtico talento delante tuya te hace falta muy poquito para darte cuenta”, decía Cuenca confiando en que la larga audición fuera tirando a rapidita.

Elena, de 23 años, salía entonces de la prueba coreográfica. Creía que le había salido bien. Estaba convencida de que ella debía estar, iba a estar, en el baile de las hienas del musical. “Ha ido genial, creo que les he gustado”, decía con la respiración entrecortada aún. Luego sabríamos que no. Que ella no será una hiena. “La bajada es aún más fuerte que la subida, mera psicología”, reconocía Javier Marcos, entrenador personal que apadrinaba a dos alumnas. “Si consigo que pasen el primer corte ya habremos logrado mucho; la prueba es de una exigencia enorme”, comentaba sin mover un milímetro su fosilizado gesto de preocupación.

Era entonces, cuando casi un centenar de jóvenes entre cantantes y bailarines aguantaban unos nervios que centrifugaban sus estómagos, el momento oportuno para echar un vistazo a las cifras y objetivizar que, ciertamente, no es nada sencillo arribar a una megaproducción que han visto 65 millones de personas en 13 países distintos, lleva cerca de 800 funciones con el 100% del papel vendido, tiene una orquesta con más de 100 instrumentos, se utilizan cuatro dialectos africanos y se emplean 200 máscaras. “Esas cosas mejor no saberlas antes”, decía Elena, la maltrecha hiena.

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