Cultura

Sebastián Castella corta dos orejas en una gran tarde madrileña

Morante de la Puebla, sin suerte, cosechó silencio y pitos en Las Ventas.

el 03 oct 2009 / 20:20 h.

TAGS:

Un Sebastián Castella firme, seguro y apostando triunfó en Madrid, donde cortó las dos orejas del primer ejemplar de su lote, un toro con transmisión y bravura de Cuvillo al que el francés cuajó importante series sobre la mano izquierda en una labor en la que destacó su quietud y valor.

Castella presentó su tarjeta de visita en un jaleado quite por chicuelinas y comenzó su labor en los medios con tres pases cambiados ligados con uno de las flores sin rectificar la planta.

A continuación, ligó sobre la mano diestra, tropezando el toro la muleta, para enseguida tomar la zurda, donde el francés enganchó adelante las embestidas nada fáciles del exigente animal, para llevar al Cuvillo muy toreado por ese pitón en dos series de alta nota.

Después, Sebastián volvió al toreo en redondo, donde bajó un punto la intensidad del trasteo, que de nuevo elevó el francés con el toro ya más quedado, cuando tuvo que tirar de raza para apurar las embestidas con gran firmeza, lo que llegó mucho al público por su estoicismo y capacidad, antes de concluir con manoletinas y varios pases del desdén y matar de estocada entera desprendida antes de concederle dos orejas.

El francés salió a por todas en el sexto, moviendo bien los brazos a la verónica, rematando el saludo con un media muy ceñida. Aparicio entró en quites por verónicas, rematando con otra buena media, muy protestado por el público, que se puso a favor del toro.

Castella comenzó con estatuarios muy ceñidos rematados con un trincherazo muy torero antes de dejar dos series sobre la diestra en redondo, pulseando y bajando mucho la mano, exigiendo al Cuvillo, que acabó parándose.

Le faltó fuelle cuando Sebastián cambio al natural, citando siempre con la muleta adelantada y llevándolo muy templado antes de terminar de uno en uno, pasándoselo a milímetros para volver sobre la diestra en una serie a cámara lenta, sin enmendar la planta y dejando que los pitones le rozasen la banda de la taleguilla.

Terminó Castella la faena acortando cercanías con penduleos, cambios por la espalda y arrimón, metiendo al público todavía más en la faena, que sin embargo no remató a espadas, pinchando primero y con varios descabellos después, lo que le privó de tocar pelo.

Morante salió decidido con el segundo, estirándose a la verónica en un saludo que encontró la receptividad de un público con él. El de Cuvillo se vino arriba en banderillas, galopando con brío y Morante no logró acoplarse a la encastada embestida de un animal que casi siempre enganchó las telas, agriándose cada vez más en una deslucida labor. Dejó el sevillano algún pase suelto, insuficiente ante las posibilidades del ejemplar.

El quinto fue un ejemplar desrazado con el que Morante no mostró ganas ni actitud. Lo pasó en redondo a media altura, sin terminar de verlo claro, por lo que abrevió y se fue por la espada.

En cuanto a Aparicio, dejó algún detalle personal en su primero de la tarde, intercalando alguna trinchera con muletazos de remate por bajo en el inicio de su labor, para después intentarlo por ambas manos, aunque el toro, descastado y flojo, pasó rebrincado y protestando, acortando el recorrido, por lo que el sevillano abrevió.

  • 1