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Economía

Sembrando seguridad aérea

Trigos y guisantes en campos limpios y llanos ayudan al aeropuerto de Sevilla.

el 21 mar 2010 / 20:52 h.

Tierras agrícolas del aeropuerto sevillano sembradas de trigo. Al fondo, la terminal del aeródromo y un avión tomando pista para despegar.

Ésos que allá levantan su vuelo no son pájaros, que tienen su entrada prohibida, ya se encargan los halcones de espantarlos o comérselos. Estos trigos y guisantes que por aquí germinan en derredor del aeropuerto no tienen sólo como finalidad el pan o las ensaladas, sino, ante todo, contribuir a la seguridad de las aves de acero, aluminio y fibra de carbono y de vidrio que aterrizan y despegan, y del aeródromo en sí. Fíjense qué labor cumple en este caso la agricultura.

535,5 hectáreas circundan el recinto aeroportuario hispalense, casi 190 son de usos agrarios, y de ellas 160 están actualmente labradas. El verdor es de trigo y guisantes, "es lo que toca este año, en otros hubo algodón y girasol", dice Luis Moreno, gerente de la Sociedad Agraria de Transformación El Madroñal, ubicada en Sevilla, y que explota estas tierras mediante un contrato de contraprestación.

Una, la empresa, obtiene ingresos por las cosechas, aunque los rendimientos de los cultivos, debido al exceso de grava del terreno, son inferiores a los de las fincas que El Madroñal explota en la provincia -en trigo, por ejemplo, 2.500 kilos por cada hectárea, frente a una media normal de 3.800, según comenta Moreno-.

El otro, el aeródromo, saca el provecho de un campo limpio que evite las interferencias en las comunicaciones con los aviones y, además, de una extensa área plana, sin obstáculos, por aquello que pudiera pasar...

Dos se consideran áreas de la seguridad del campo de vuelos, explica Rafael Cruz, el jefe de gabinete del aeródromo sevillano. Por un lado, la que está pegada a cada cabecera de la pista; y por el otro, sus franjas laterales. Se arbitran y dejan expeditas para, por ejemplo, si un avión se sale de la senda marcada. Al margen está la zona de aislamiento, y en ésta entran las tierras agrícolas, que también han de estar libres de obstáculos para evitar así las interferencias y garantizar, pues, la operativa del centenar de vuelos diarios que salen o llegan al recinto.

Las siembras de las tierras y la elección de los cultivos -que rotan en función de la demanda del mercado y las especiales condiciones del suelo- las emprende El Madroñal, aunque son supervisadas y aprobadas por la dirección del aeródromo. Entre las exigencias, que las plantas no rebasen una determinada altura y que no atraigan demasiado a los pájaros.

Éstos son un peligro para la navegación aérea pues impactan contra los aviones y pueden colarse en los motores, de ahí que el aeropuerto posea una halconera donde cría y entrena a aves rapaces.

¿Por qué cultivos bajos? Cruz explica que las plantas con más de un metro podrían enviar señales equívocas a los aviones o impedir la visibilidad de las señales. El Madroñal, pues, debe mantener limpia toda la zona de labor, así como la próxima a las pistas. No pueden crecer malas hierbas ni pastos susceptibles de arder, a la vez que el terreno ha de ser llano. Y hace dos décadas no había tal planicie, recuerda Cruz, quien destaca el trabajo en este sentido de la empresa.

"Todo se rige aquí por un protocolo de actuación". Moreno señala que, aunque los horarios de trabajo son los habituales de las tareas agrícolas, cualquier cambio, por ejemplo al planificar los cultivos o entrar maquinaria distinta, ha de comunicarse a la dirección del aeropuerto con bastante antelación.

Las tierras también disponen de pozos. Este año no se riega, en otros con algodón sembrado, sí. No obstante, apostilla el gerente de El Madroñal, no es terreno de agua en exceso, y existe un problema adicional. Es una zona de decantación de agua con herbicidas de Los Alcores.

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