Cultura

Sencillos, sentimentales y solidarios

Ecos del Rocío repasaron todos sus éxitos en un gran concierto la Plaza deToros de Espartinas. El cuarteto roteño compaginó el desenfado con sus letras más comprometidas

el 26 jul 2013 / 22:30 h.

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15144032 ¿Cómo se explica el éxito de Ecos del Rocío, su capacidad para permanecer durante tres décadas al pie del cañón y seguir reclutando fans entre las nuevas generaciones? La respuesta a estas cuestiones tal vez pueda encontrarse en sus conciertos. Por ejemplo, el que los roteños ofrecieron el pasado jueves en la Plaza de Toros de Espartinas, organizado por El Correo de Andalucía, una noche triunfal que sirvió para que el público del Aljarafe se reencontrara con ellos. La primera palabra que viene a la cabeza es generosidad: con el telonero, el joven mairenero PacoCandela, que brilló por sevillanas, rumbas y fandangos, y que tiene ya listo un disco producido por Miguel Moyares; y generoso con su propio repertorio, casi dos horas de música que confirmaron la predicción del compositor de Ecos: “La noche va a ser larga y ancha...”. Pero antes vino la sencillez: sin demasiado aparato escenográfico, apenas un poco de humo y con unas luces discretas, Ecos del Rocío se bastan y se sobran plantándose en escena, con su solvente banda en la retaguardia, para conquistar al respetable no con aureola de estrellas, sino todo lo contrario: haciéndoles ver que son como ellos, un espejo de sus preocupaciones cotidianas, de sus sueños de andar por casa. Letras alentadoras –Himno para un luchador– y de tributo a la mujer –Las campanas del planeta, Señora–, letras de amores ardientes –Y no me atrevo– y de inconsolables desengaños –Hablando solo, Amores. Esta sencillez está muy vinculada a esa sentimentalidad que busca, una y otra vez, la identificación del espectador, erizarle el vello dejando que haga suyas las canciones. Tantos años de canciones dan para todo, composiciones que cantan al buen hijo, al buen hermano, al buen marido, a los seguidores del grupo que ya no están con nosotros, “pero siguen estando, siguen presentes en el corazón, al lado de la luna, de las estrellas...”. Y todo ello sin dejar que la gente se quedara quieta en sus sillas, sino animándola a bailar sus melodías morosas y acompasadas. Pero si algo caracteriza a Ecos del Rocío, es su talante solidario. A lo largo de la noche, pidieron un gran aplauso para las víctimas del accidente de Santiago y para los vecinos que se lanzaron a tratar de salvar vidas en medio del siniestro, pero también cedieron el escenario para que la plataforma local de apoyo a la pequeña Carla hiciera un llamamiento a la donación de médula –habrá una unidad móvil junto a la Hermandad del Rocío el próximo martes, de 9 a 13 horas– antes de seguir desgranando éxitos con unas voces impecables y un sonido más que óptimo. Mi pequeño Manolillo, Las cincuenta primaveras, La cometa, La comunión, Porque te llamas Rocío,El niño costalero, fueron haciendo las delicias de los seguidores del grupo, que, dicho sea de paso, supieron sacudirse la fama de tristes que algunos les atribuyen con comentarios jocosos, chistes improvisados y unas desopilantes sevillanas rapeadas que vinieron a recordar que el sentimiento no está reñido con el buen humor. Eran las dos de la madrugada cuando llegó la hora de la despedida (“Gracias, porque sin ustedes no habría sido posible estar hoy aquí”, dijo Miguel Moyares), y sin necesidad de bises porque ya los de Rota lo habían dado todo, culminó una gran noche de música y de sana gimnasia cardíaca, que también para eso sirven las emociones.

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