Fíjese si esto lo ve hasta un ciego que los mayores de la ONCE de Sevilla van a recorrer a partir de mañana, entre todos, una distancia equivalente a la que hay de aquí a Madrid y volver (2.200.000 pasos). Lo harán para promover la actividad física, y eso que ellos lo tienen complicado, entre que no ven y que los demás no los ven a ellos (cuente sólo las motos que hay aparcadas sobre las aceras y diga si caminaría por Sevilla con los ojos cerrados). No sólo es una cuestión de salud, que ya sería bastante motivo, sino también de habitabilidad. Autoridades y paisanos parecen estar de acuerdo en que andar es buenísimo, y está claro que, tras las últimas peatonalizaciones, pasear por la ciudad es más fácil y agradable. Pero, ¿se puede hacer vida de peatón en Sevilla?
Es posible que no lo recuerde o que ni siquiera lo sepa, pero, desde hace más de tres meses, Sevilla es suscriptora de la Carta Internacional del Caminar. O sea, que la municipalidad está dispuesta a hacer lo que sea posible por cumplir con lo que pone en ella. Y... ¿qué pone? Pues, además de algunas frases preciosas (miren ésta de John Butcher, fundador de Walk 21: Caminar es el ejercicio que no necesita tener gimnasio. Es la prescripción sin medicina, el control de peso sin dieta y el cosmético que no puede encontrarse en una farmacia. Es el tranquilizante sin pastillas, la terapia sin un psicoanalista y el ocio que no cuesta un céntimo) y toda suerte de planteamientos que van desde la filosofía hasta la cardiología, este documento trata de algo más que de aceras amplias y bancos donde sentarse: habla de lo que llaman la cultura del caminar. O sea, que para disfrutar de la condición de peatón voluntario de la categoría no heroica, las calles tienen que estar limpias, por ejemplo. Y debe haber una buena red de transporte público donde no se deje uno media vida. También (importantísimo en Sevilla) dice la carta que hay que "aplicar diseños e instalaciones adecuadas al cambio climático", es decir, crear sombra, para que el individuo que se baja del autobús del pueblo en el Bar Citroën con la pretensión de llegar vivo a la calle San Fernando no tenga que cruzar el Prado con los mismos gestos con los que cierto noble transilvano cruzaba los salones de su castillo cuando la asistenta le lavaba las cortinas.
Otra curiosa previsión que se recomienda en dicho texto es la de "asegurarse de que asientos y váteres son proveídos en la cantidad y ubicación adecuados, que garantiza las necesidades de todos los usuarios". Claro, aseos y urinarios públicos; nada de tener que pagarse una cocacola en un bar para que no le pongan a uno mala cara. ¿Qué más?
Una de las recomendaciones de la Carta Internacional del Caminar es pedir la opinión y participación de todos, para que la ciudad del futuro sea lo que la gente quiere de verdad. Dicho y hecho, la asociación Peatones de Sevilla acaba de emprender un proceso de recogida de ideas. "Nos interesan", dicen en un comunicado, "todas aquellas propuestas que puedan ser útiles para construir una ciudad más habitable: peatonalizaciones grandes y pequeñas, ampliaciones de acerados, pasarelas peatonales, mejoras en pasos de peatones y carriles bici, proyectos que puedan mejorar la accesibilidad, etc." Pero recuerde que ese etcétera es larguísimo, y que las aportaciones serán entregadas al Ayuntamiento para que las tome en consideración: alumbrado, marquesinas y toldos, desniveles e incomodidades para el caminante, señalización, organización de espacios públicos, veladores que no estorben... Cualquier cosa que un caminante pueda requerir. ¿Qué se le ocurre?
De utilidad:
Carta Internacional del Caminar: Redactada por Walk 21, organización internacional de peatones.
Cómo suscribirse a ella: Hay varias formas. Puede hacerlo en www.walk21.com, o bien desde la web de www.peatonesdesevilla.org.
¿Adónde mandar las propuestas?: participa@peatonesdesevilla.org.
