Los datos ofrecidos el pasado jueves por el Banco de España sobre coyuntura económica ratifican la gravedad de la situación que atraviesa España en este periodo de crisis. La economía se ha contraído un 4% en el segundo trimestre del año con respecto a las mismas fechas de 2008, el consumo de los hogares ha descendido un 6,8% como consecuencia de la destrucción de empleo, la recaudación tributaria ha caído de forma drástica y el déficit público se ha elevado. El panorama a medio y largo plazo es, por tanto, poco alentador y se sigue sosteniendo que la recesión será larga y que saldremos de ella de forma muy gradual. ¿Significa esto que sólo hay motivos para el pesimismo? Pues, si atendemos al mismo diagnóstico del Banco de España, la respuesta es que no. Del mismo modo que se retrata un paisaje sombrío y cargado de inestabilidad, el mismo organismo supervisor aprecia también síntomas de una cierta recuperación o al menos de una tendencia no tan destructiva en los mercados españoles. Así, se recuerda que la propia caída de la economía se va moderando, gracias, entre otros factores, a la normalización de los mercados financieros y a unas condiciones externas de financiación menos severas. Y a esta contención se suma además el respiro que sienten miles de familias que se han visto beneficiadas por las continuas caídas del euríbor, un indicador de hipotecas que ayer bajó a su mínimo histórico y que, en líneas generales, ha supuesto ahorros en las rentas familiares de unos 4.000 euros al año de media. En los próximos meses sabremos si se trata de síntomas que anteceden a una recuperación cercana o se trata de simples alivios en medio de una crisis de larga duración. En cualquier caso, es esperanzador que después de tantos meses en los que las previsiones económicas adquirían el tono oscuro de los malos presagios se empiecen a abrir paso estos brotes verdes de la economía que tanto ansía la sociedad española.
