Cultura

Serrat y Sabina, insumergibles

Los artistas, que se reencontraban con Sevilla tras cinco años, ofrecieron música, diálogos y algún que otro trapo sucio.

el 11 sep 2012 / 22:40 h.

Los dos artistas durante el concierto.

Si hace un siglo estos dos pájaros hubieran formado parte de la orquesta del Titanic, más de uno no habría corrido por la cubierta del malogrado buque buscando desesperadamente un bote salvavidas. Una Sevilla plurigeneracional se rindió anoche ante estos dos maestros. Ni la Bienal de Flamenco abarrotando todos los teatros de la ciudad, ni esta crisis económica que nos tiene a todos haciendo cuentas -que si indemnizaciones, que si el paro, que si la hipoteca...- impidió anoche que el Auditorio Rocío Jurado recibiera con lleno total -unas 7.000 personas- a Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat, que por cierto eligió Sevilla para celebrar el día de su tierra como les gusta a los buenos catalanes, trabajando, con la gira Dos pájaros contraatacan, en la que repasaron sus grandes clásicos y su último disco, La orquesta del Titanic.

 "Estoy muy conmovidamente agradecido de que con la puta crisis que está cayendo a chorros, paren esta noche aquí. De niño, ni siquiera en mis noches más lóbregas y etílicas soñé con venir a Sevilla una noche como esta y pisar el mismo escenario que el maestro de maestros, Joan Manuel Serrat". Así se presentó ante el público Sabina, tras saludar a "sevillistas, béticos y medio pensionistas" y después de haber cantado ya a dúo temas como Acuérdate de mi, Algo personal o La orquesta del Titanic.

La estudiada respuesta del cantautor barcelonés no fue tan cordial. Y es que durante todo el concierto mantuvieron un divertido tira y afloja dialéctico para deleite del respetable: "Ni en mis noches más locas hubiera pensado yo en compartir escenario con alguien como tú. Me hace sentir una ONG del escenario". A lo que el jiennense, entre las risas del público, espetó: "Él siempre ha apoyado mucho a la juventud".

A través de este diálogo, y con una espectacular puesta en escena de fondo, el universo canalla de Sabina se fue fundiendo con el correctísimo y romántico estilo de Serrat, durante una noche en la que cantaron a dúo, pero se respetaron algunos temas emblemáticos en solitario, como el 19 días y 500 noches de Sabina, que puso en pie al auditorio.

De traje de chaqueta y elegante corbata, con variedad de sombreros e intercambios de bromas, atreviéndose incluso a marcarse algunos pasos de baile sobre la escena, ambos artistas fueron completando tres horas de actuación en la que una enérgica orquesta, tan protagonista como ellos sobre las tablas, los acompañaron a lo largo de canciones como De cartón piedra, Balada para un loco, Después de los despueses, Vinagre y rosas, Mediterráneo o Cuenta conmigo.

También hubo tiempo para desvelar grandes secretos y trapos sucios: "No somos tan amigos. Aparte de que no hay sexo... porque él no quiere, nos separan dos cosas: mi envidia y su talento", confesó Sabina, que admitió también que hace 40 años trataba de conquistar a las chicas, o por ser más exactos, "los culos de las chicas, cantándoles canciones del Serrat". "Él estaba entre Dios y Maradona, y yo entre Chiquilicuatre y Paquirrín DJ", añadió.

Bromas aparte, y respaldados por 100.000 watios de sonido, 180.000 de luz y proyecciones audiovisuales que recrearon incluso el gran salón del Titanic, estos dos polizones interpretaron Señora, Princesa, Maldito blues, Una canción para Magdalena, No hago otra cosa que pensar en ti, Hoy por ti mañana por mí, Esos locos bajitos, Para la libertad... y un largo etcétera, hasta que nos dieron las diez y las once.

La despedida, como la entrada, dos pájaros -caricaturas sobre las pantallas- amenazando con contraatacar. Esperemos que no tarden otros cinco años.

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