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"Sevilla no se ha dado cuenta de su papel en Europa y América"

La prestigiosa americanista sevillana, autora de un sinfín de estudios y monografías, es la cuarta mujer que ingresa en la Real Academia de Historia.

el 26 feb 2012 / 21:38 h.

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Enriqueta Vila posa en su despacho.
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Enriqueta Vila (Sevilla, 1935), actual directora de la Academia Sevillana de Buenas Letras, discípula aventajada del historiador Domínguez Ortiz, autora de un sinfín de estudios y monografías, tuvo también un destacado papel como concejal andalucista en los primeros 90. A punto de pronunciar su discurso de ingreso en la Real Academia de Historia, recibió a El Correo en su despacho de la Casa de los Pinelo.

-Es la cuarta mujer que llega a la Academia. ¿No son un pelín machistas, los historiadores?

-En absoluto, yo creo que los puestos tienen que darse por la valía, sea hombre o mujer. No quiero decir que yo la tenga, pero lo seguro es que no estoy ahí como cuota. Ahora las mujeres están llegando a puestos de poder porque están más preparadas que los hombres. Pero soy muy poco partidaria de listas cremallera y cosas así... Eso es hacerle un flaco favor a la mujer.

-¿No cree que hubiera antes de ustedes otras mujeres que merecieran estar ahí?

-Probablemente sí. Me acuerdo de que en mi facultad había un 80 por ciento de mujeres, el problema es que después de los estudios pocas seguían la profesión, no había puestos de trabajo y por eso era muy difícil. Hubo historiadoras, pero no tantas a tiempo completo, como yo y como otras. La verdad es que, con tantos siglos como lleva existiendo la Academia, que la primera mujer entrara hace diez o doce años... Pero te digo que ésta [la Academia Sevillana de Buenas Letras], aquí entre hace 15 años, ¡y fui la primera...!

-Tal vez por eso en la Historia que estudiamos las mujeres aparecen de un modo casi anecdótico. Se podría escribir casi una Historia distinta con ellas...

-Desde hace 30 o 40 años se ha empezado a hacer algo que llaman Historia de género, a mí el nombre no me gusta, pero ha generado una bibliografía tremenda, un material abundantísimo. Sobre todo en Barcelona, hay varios seminarios permanentes. El movimiento surgió en Francia, como casi todas las corrientes modernizadoras de Humanidades, y ha cobrado mucha fuerza.

-Sevilla, ¿ha ido perdiendo su dimensión americana?

-Sevilla no se ha dado cuenta del papel que le tocaba jugar en las relaciones entre América y Europa, como el que tuvo en el siglo XVI. Si en el XVIII a Juan Bautista Muñoz no se le hubiera ocurrido fundar el Archivo de Indias, el único archivo continental del mundo, habríamos perdido todo el contacto con América. Sevilla ha mantenido una Facultad de Historia de América muy importante, y aunque a algunos les pese, nuestra escuela de americanistas ha sido la más importante de España durante bastantes años. Pero ni las instituciones públicas ni las privadas le han sacado a todo esto el jugo que podría haber dado este vínculo. Estamos hablando de una ciudad internacional, un puente, como podría ser también Cádiz...

-A propósito, ¿va a servir el bicentenario de La Pepa para recuperar ese terreno perdido? Muchos esperaban que "el 12" fuera "la Expo" de Cádiz, pero parece que las expectativas van a quedar defraudadas...

-Yo creo que la Expo del 92, en las relaciones entre Sevilla y América, tuvo menor dimensión que la del 29. Sí, fue espectacular, magníficamente montada, vinieron todos los países, no niego que entonces hubo contactos diplomáticos importantes, pero, ¿tú has visto que haya quedado algo importante? Está todo igual. Siempre propugné que, tras la Expo, Sevilla tenía que tener una gran universidad iberoamericana, que no se ha hecho un gran centro iberoamericano como la Escuela de Altos Estudios de París, por ejemplo...

-¿Y Cádiz?

-No me han invitado a nada desde hace tres o cuatro años, me consta que se está escribiendo mucho, pero a falta de ver las actas de los congresos que se están haciendo, me temo que se está poniendo el énfasis en las independencias americanas, que más o menos se conocen, cuando lo interesante en mi opinión es la trascendencia del continente aquí, en España.

-¿Cuántas veces en América ha tenido que escuchar aquello de "ustedes, los españoles, que nos invadieron, nos exterminaron..."?

-Yo tenía un compañero que siempre respondía:_"Nosotros no, ¡tus descendientes!" [risas]. Pero la relación con los colegas ha sido siempre muy buena. Allí me he encontrado siempre como en mi casa, y los andaluces más todavía. Nada más escuchar el acento, ves que son igual que nosotros, las costumbres, el mestizaje... Quizá los más duros con nosotros sean los mexicanos. Están muy orgullosos, como es natural, de su Imperio, pero no se dan cuenta de que sus propios emperadores aztecas se enfrentaban entre sí, y fueron ellos quienes ayudaron a Cortés a llegar a Tenochtitlán. Una de las cosas que más me llamó la atención es que en la Ciudad de México no hay ni una estatua de Cortés...

-Como si no hubiera existido...

-Sin embargo, te vas a Yucatán y el conquistador Alvarado está por todas partes: cerveza Alvarado, calle Alvarado... Es a Cortés a quien no perdonan.

-Recuerdo que Fernando García de Cortázar me dijo hace mucho que la Historia es una materia blanda, manipulable, susceptible de ser convertida en mentira...

-No, es completamente distinto. Puedo estar de acuerdo con esa idea sólo hasta cierto punto. La Historia, para mí, no es tan dúctil ni tan blanda: por el contrario, es muy dura y rígida si te atienes a los datos. Distinto es la reflexión histórica que tú hagas basándote en los datos que has manejado, y eso depende las corrientes del momento. Tuvimos una época de Historia narrativa, de grandes héroes, ahora se ve más la vida cotidiana... Pero un señor que se invente la historia, o la vea bajo su prisma y no sea objetivo, para mí no es un buen historiador.

-Lo preguntaba pensando en la polvareda que ha levantado el famoso Diccionario de Historia...

-Me ha parecido una polémica absolutamente injusta. Esa obra comprende treinta y tantos tomos, de mil páginas o más cada uno. Estamos hablando de más de 30.000 páginas y no sé ni cuántas voces, una barbaridad, escritas por especialistas, profesores, y me consta que entre ellos hay compañeros fiabilísimos. Además, la obra deja claro que la Academia no se hace responsable de la opinión de los colaboradores. El polémico artículo de Franco ha sido hecho por el presidente, creo, de la Asociación Francisco Franco, que es quien más ha escrito sobre Franco en España, y dice que en vez de una dictadura era un régimen autoritario, o algo así...

-Creo recordar que decía que era "autoritario, no totalitario".

-Sí, ésa creo que es la frase que formó tanto revuelo. Yo en eso no me meto. Pero me consta que, cuando se refieren a un personaje de la Guerra Civil, anarquista, socialista o comunista, y lo hace alguna persona que lo conocía, allí hay frases sobre el régimen de Franco que no te lo puedes ni imaginar: las grandes torturas que hubo, las cárceles... No se escatima nada que vaya en contra de Franco. El diccionario hay que mirarlo en su conjunto. Ha sido una polémica fuera de contexto, que ha echado por tierra un trabajo de diez años, pero que a mi juicio no invalida el resultado.

-A quienes piensan que la Academia, como ésta de las Buenas Letras, son instituciones anticuadas, ¿qué les diría?

-Que no es verdad. Cuando llegué a esta Academia, recuerdo que también yo pensé "qué vieja soy". Pero me asombré de la frescura de los debates, de las disertaciones tan interesantes que surgen cada quince días, cuando celebramos nuestras juntas, así como de la camaradería y de la apertura que ha habido aquí en los últimos tiempos. No conozco por dentro las academias de Madrid, ni siquiera la de Historia aún, pero la de aquí no está anquilosada en absoluto. ¿Que respetamos las tradiciones? Pues sí: todavía hacemos la oración de los fundadores a los patronos, con unas preces en latín. Nadie pone pegas a eso.

-La colaboración de Buenas Letras con la Fundación Cansinos Assens, ¿ha sido un arreglo más o menos forzado?

-Lo único que sé es que, cuando el Ayuntamiento nos propuso acogerla, estuvimos encantados, y ojalá pudiera venir algún día el archivo. Pero tengo entendido dos cosas: que el archivo nunca ha estado en Sevilla, y que el hijo de Cansinos había estado recibiendo una subvención muy alta, hasta que llegó el interventor y dijo que no se podía seguir dando, con lo que se estaba haciendo. Pero ya digo, si hubiera posibilidad, acogeríamos el archivo encantados...

-Cambiando de tercio: como andalucista, ¿le apena que el PA esté en horas tan bajas?

-Me apena muchísimo. Yo ya estoy muy retirada, pero ellos en cambio, Pilar González y Álvarez Ossorio, que creo que es quien se va a presentar por Sevilla están con el mismo ímpetu que el primer día. ¿Cómo no me va a apenar la situación? Cuando Alejandro Rojas-Marcos me llamó para que me presentara con él, acepté más por un sentimiento que por una cosa racional, porque el andalucismo, desde Blas Infante, no es un autonomismo como el catalán o el vasco, es una cosa mucho más universal y solidaria. En todo caso, yo creo que Andalucía, con el régimen de autonomías que tenemos, tiene que tener un partido hegemónico andaluz.

-¿No confía en que, cuando pase esta crisis feroz, el nacionalismo podrá recuperar algo de aliento?

-Todo lo contrario, yo creo que esta coyuntura sería formidable para que la gente se levantara y dijera, ¿pero qué nos está pasando, para que después de 30 años de autonomía seguimos estando en la cola de España en todos los sentidos? Si no sale ahora el sentimiento andalucista, no va a salir nunca.

-Como historiadora, ¿aprueba que al gobierno que lleva 30 años gobernando en Andalucía sea definido como régimen?

-Habría que analizarlo. Sé que normalmente se le llama así en sentido peyorativo, comparándolo con el régimen de Franco. En ese sentido, no es lo mismo, porque aquello fue un régimen no democrático, y aquí la gente vota, de modo que nunca le aplicaría esa palabra. Ahora bien, 30 y tantos años de un partido gobernando, para mí no es algo bueno. La democracia es la alternancia de poderes, y estoy convencida de que se necesita un cambio. Más cuando, en todo este tiempo, Andalucía no ha levantado cabeza. Yo diría que, más que régimen, la situación que vivimos tiene más que ver con el PRI mexicano.

-Usted, que luchó por la cultura sevillana desde el poder municipal, ¿cómo ve hoy el panorama? ¿Ha quedado su legado en buenas manos?

-Lo mismo que antes te he hablado de la poca trascendencia que tuvo la Expo como centro entre Europa y América, sí te digo que el 92 marcó un antes y un después en la cultura sevillana. La gente se acostumbró a ver buenos espectáculos, programaciones de envergadura. En este sentido, la cultura no ha decaído tanto, y desde luego está mucho más pujante que antes de la exposición. Pero el legado no empieza en mí, sino en José Luis Ortiz Nuevo. Ése sí que se inventó la cultura en Sevilla. Yo tuve solo que mantener aquella llama y aquellos espacios, que nos los habían dejado sin un duro...

-Todavía es recordada como impulsora de la Red de Bibliotecas...

-Me siento muy orgullosa de ello. Gracias a que había una funcionaria bibliotecaria, Juana Muñoz Choclán, con la que me entendí a la perfección desde el primer momento, pudo salir todo adelante. El Ayuntamiento proporcionaba el sitio y el mantenimiento, la Junta amueblaba y aportaba los fondos... Así inauguramos en cuatro años cinco o seis bibliotecas, y diseñamos otras diez.

-¿No teme que ese esfuerzo se vaya al traste ahora, con los recortes? Hay bibliotecas que lo están pasando francamente mal, justo ahora que parecían tener más vida que nunca, con actividades, clubes de lectura...

-Pero estoy convencida de que esa idea no la van a abandonar los ayuntamientos. Y costó mucho trabajo, porque el mantenimiento es costoso, pero... No podrán, no creo que puedan. Las bibliotecas suelen tener su sede en centros cívicos, y éstos no van a ser cerrados. Sí puedo decir que, cuando yo empecé, los bibliotecarios eran verdaderos héroes, había sitios, como San Jerónimo, que tenían una sola persona para todo: abría la puerta, entregaba los libros, atendía a la gente...

-Para terminar, ¿cree que la situación económica va a ser tan devastadora con las Humanidades como parece?

-Temo que entre en el tema cultural en general. Las Humanidades siempre han sido la cenicienta de todo, y los que nos dedicamos a esto estamos acostumbrados a vivir con muy poco. Entiendo que ahora para los ayuntamientos sea más urgente arreglar aceras o semáforos. Hay que buscar nuevas vías, pero tiraremos para adelante. Lo que de verdad me parecería tremendo es que recortaran en educación.

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