Cultura

Sevilla relee a Borges

el 13 jun 2011 / 20:40 h.

Zoido donando sangre esta mañana.
-->--> -->

Aunque justo hoy se cumplen 25 años de la muerte de Jorge Luis Borges , nadie duda de que la salud de su obra sigue siendo excelente, y de que su magisterio ha ido extendiéndose sobre escritores de las generaciones posteriores, y por todo el mundo. Y en Sevilla, por cierto, no escasean.

Aunque no se considera "un borgiano recalcitrante", Salvador Gutiérrez Solís elige sin dudarlo el primer poemario del argentino, Fervor de Buenos Aires, "que aunque recubierto por un barniz casi barroco, nos muestra al Borges poeta más visceral , esencial y hasta puede que humano. Las calles de Buenos Aires ya son mi entraña...", cita de memoria el autor de El batallón de los perdedores.

Para Sara Mesa, autora de El trepanador de cerebros, nada como la Nueva antología personal, "el libro que primero leí de Borges, en una antigua edición de Bruguera que todavía conservo", recuerda. "Me parece no sólo una forma magnífica de entrar en la obra del autor (porque incluye poesía, relatos y pequeños textos mixtos que él llamó "prosas"), sino también un documento curioso que muestra que no siempre lo que un escritor considera lo más valioso de su producción concuerda con lo más aplaudido por los lectores. Así, en esta selección personal, Borges dejó fuera, por ejemplo, El Aleph, e incluyó, solo a regañadientes, el Hombre de la esquina rosada".

Para Luis Manuel Ruiz, autor de Sesión continua, el mejor de los libros de Borges es Otras inquisiciones. "En esos ensayos en miniatura está comprimido todo su universo, con dosis de imaginación y estilo en ningún caso inferiores a los de sus cuentos canónicos. Me atrevo a más: a afirmar que el Borges auténtico está en estos artículos, híbridos deliciosos de especulación filosófica, erudición, poesía y sentido crítico que nunca (el adverbio es literal) me canso de leer. Un secreto, quizá no tan secreto: imito voluntaria o involuntariamente este libro cada vez que escribo un artículo; y, como en el caso de Aquiles y la tortuga (del que, por cierto, se ocupan algunas de sus páginas), por mucho que avanzo la meta sigue encontrándose infinitamente lejos".

José Pérez Olivares, autor de Los poemas del rey David, cree que "a pesar de lo difícil que me resultaría situar uno de sus libros por encima de otro, porque todos son esenciales, aconsejaría una lectura especial de El otro, el mismo, publicado en 1964, para que disfruten de uno de los poemas de Borges que más valoro: el Poema conjetural".

Por su parte, Fernando Iwasaki recomienda El libro de arena. "Me deslumbró descubrir cuentos como El otro, There are more things, El libro de arena, Ulrika y sobre todo uno que desde entonces considero memorable: El espejo y la máscara. No tiene la celebridad de Las ruinas circulares, El Aleph, La escritura del dios y otros, aunque podría compendiarlos a todos porque allí crepitan la enumeración caótica, la obsesión panteísta y la ambición de cifrar el universo en una palabra, un vórtice o un símbolo. Por otro lado, los poemas que cantan la batalla son obras de arte y al mismo tiempo una teoría del arte. La frase del rey: "Somos figuras de una fábula", supone un guiño a la segunda parte del Don Quijote de la Mancha, y el desenlace de la historia consiente el aroma épico de los mitos y el asombro antiguo de las leyendas populares. Una maravilla", sentencia el autor de Neguijón.

Para el flamante biógrafo de Luis Cernuda, Antonio Rivero Taravillo, lo mejor del argentino es El oro de los tigres, donde "la poesía de Borges pasó de la milonga y el cuchillo a la gravedad metafísica y a mitos que abarcan todas las edades, todos los mundos", subraya. "Compré en Buenos Aires un ejemplar firmado por Borges. No me importaría que la rubrica fuera apócrifa; de hecho, es lo que conviene a su autor".

  • 1