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Sexo desvirtuado

Hace más de siete años que venimos asesorando en materia sexual a los jóvenes sevillanos y hemos detectado que la edad media de inicio en las relaciones ha bajado. Sin embargo, hay algo más preocupante que la temprana iniciación de los adolescentes en este mundo: es la falta de información y, sobre todo, de modelos de conducta...

el 16 sep 2009 / 02:44 h.

Hace más de siete años que venimos asesorando en materia sexual a los jóvenes sevillanos y hemos detectado que la edad media de inicio en las relaciones ha bajado. Sin embargo, hay algo más preocupante que la temprana iniciación de los adolescentes en este mundo: es la falta de información y, sobre todo, de modelos de conducta.

Normalmente, carecen de quien les asesore correctamente y las únicas referencias que toman son las de sus iguales, es decir, repiten los comportamientos poco calculados e irracionales en ocasiones de sus compañeros de pandilla o instituto. Sólo se guían por sus amigos e hipnotizados por los modelos que observan en el cine porno-erótico, que se limita a ensalzar el coito y las conductas genitales. Poco más. Eso limita enormemente las referencias de los jóvenes, las simplifica y las banaliza. Contra eso es difícil trabajar.

La educación sexual es un área transversal en la educación de hoy, se introduce en algunas asignaturas, pero debería impartirse como una materia exclusiva, porque de lo contrario, por vergüenza o falta de tiempo, corre el riesgo de no verse nunca en las aulas. Con frecuencia impartimos charlas y talleres pagados por las administraciones, pero salvo esas tomas de contacto, los chicos apenas tienen información científica y se limitan a reproducir lo que observan en la calle.

Nuestros jóvenes tienen más información que nunca pero se encuentran cegados por el poder de las imágenes sexuales que pregonan los medios y la publicidad y eso convierte en titánica la tarea de cambiar sus prejuicios. Pero que no se les criminalice: los jóvenes quieren saber y quieren tener, como todos, un sexo placentero y seguro, lo que sucede es que la imagen sesgada que tienen interiorizada es aún más potente. Eso apenas deja margen de maniobra para los padres y los especialistas.

La imagen es tan poderosa que una charla no la disuelve, porque llega desde demasiados frentes (la televisión, el teléfono móvil e internet), con un único mensaje: el sexo es penetración. En absoluto se reflexiona sobre la búsqueda del placer, la sensualidad, el respeto al otro, el acercamiento, el conocimiento de nuestros cuerpos, la ternura o los sentimientos. La edad de inicio en las relaciones es relevante, pero lo peor es que no saben qué están haciendo. Hay parejas que llevan juntas dos y tres años y desconocen absolutamente todo sobre las relaciones. Se limitan a ejercitar lo que ven y lo que se supone que es lo plausible, perdiéndose un mundo de sensaciones, experiencias y aprendizajes. El sexo es lineal y plano, pero necesario para su estatus social.

Es urgente que dentro de las casas se hable de sexo, pero también hay que enseñar a los padres, que proceden de unas generaciones en las que no se ha podido hablar con libertad del asunto. Hay que relegar el miedo, conquistar la naturalidad y encajar que los jóvenes, como nosotros cuando lo éramos, piensan en el sexo y lo desean.

Desterrar ese tabú será el primer gran paso para eliminar riesgos, porque ése es el otro gran problema, que la vergüenza impide el conocimiento y eso lleva a que los chavales actúen por puro azar o por lo que oyen en los pasillos de su instituto. Si no se va más allá, sólo tendrán una lejana noción de que existe el preservativo. Los padres han de implicarse sin temor y reconocer que el sexo no es pernicioso si se practica sanamente y también las administraciones han de crear asignaturas específicas que den toda la información a los estudiantes, con vertientes médicas, psicológicas y sociales que implementen la labor de un condón o una píldora poscoital, que por sí solos poco valen.

La educación debe formar sobre enfermedades y ayudar a reconocer el cuerpo propio y el ajeno, sobre todo en el caso de la mujer, que entre los jóvenes sigue considerándose, por desgracia, un objeto. Sólo una cruzada integral evitará que la presión del grupo y los medios desvirtúe el sexo e impida a nuestros jóvenes disfrutarlo con cabeza y corazón.

Psicólogo y sexólogo de la Federación Española de Sociedades de Sexología.

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