El Ateneo de Sevilla acogió ayer la presentación de Hijos de Padilla (Sílex), la segunda novela de Arsenio Moreno Mendoza, profesor de la universidad Pablo de Olavide de Sevilla. "Yo siempre he dicho que la Historia, si sirve para algo, es para la reflexión, y ésta tiene cauces muy diferentes que pueden conducir a conclusiones similares. Historia y Literatura son complementarias", señala.
En esta ocasión, el autor dibuja el personaje de Sebastián de Villacieros sobre la figura real del capitán y abogado Cristóbal Jurado, un defensor de la libertad en los tiempos francamente tenebrosos de Fernando VII. "Fue un monarca de un cinismo compulsivo, un hombre inmerso en un miedo patológico respecto a su propia legitimidad. No olvidemos que conspiró contra su propio padre y pidió a Napoleón que lo considerara hijo suyo. Se obcecó en mantener un poder absoluto que mantuvo paralizado el país, pero España demostró tener su propia vitalidad", explica Moreno.
Frente a tan siniestra corona, el novelista recrea a un personaje que encarna el contrapunto: "Jurado es un idealista, cree en la utopía y no se doblega porque sabe que, por encima del rey está la ley. Desde ese punto de vista es radical, y pagará con su propio sacrificio", agrega.
El escritor abomina de "esa literatura de teutones y códigos, de una endeblez documental absoluta", y cree que una novela puede enseñar y entretener al mismo tiempo: "Nadie lee para aburrirse, pero la lectura no tiene por qué ser frívola", asevera.
Mezcla de lección magistral de Historia y relato de aventuras, Moreno Mendoza opina que en aquella época empezó a fraguarse "lo que serán los dos modelos de España, una que defiende a ultranza ciertos privilegios y otra innovadora que cree en los principios democráticos", concluye.
