Rafael Gordillo y Miguel Guillén, en el palco de Chapín.
Nueve minutos relampagueantes en Chapín generaron tres goles que ponen al Betis con un pie en Primera, al margen de encontrar por ahí dragones o ‘tsunamis’. La situación se puede resumir con cifras ajustadas y elocuentes: a falta de nueve jornadas (27 puntos en juego), el Betis aventaja al Celta, que marca la frontera del playoff, en siete puntos más el cociente particular: ocho puntos reales. O sea, para superar al Betis, el Celta (que no ha ganado a nadie en siete partidos y ya ha sido rebasado en la tabla por el Barcelona B) necesitaría ganar tres partidos… y que el Betis sumara un máximo de un punto en esos mismos tres partidos. Ecuación nada lógica. Un medio arco no puede sostener bóveda alguna. Más aún, con el calendario en la mano, el partido que se adivina más complicado para el equipo de Mel es… la visita al Barcelona B en el Mini Estadi, en sólo dos semanas. El filial barcelonista ofrece un fútbol interesantísimo, acaba de desmantelar al Granada, es tercero real en la clasificación por delante del Celta y, dado el empate de la primera vuelta en Heliópolis, este inminente cruce Barça B-Betis en el Mini Estadi tendría una importancia extraordinaria para el ascenso… de no existir el consabido veto legal para los ‘azulgranitas’. Pero, visto lo visto, ya no queda duda: lo más fuerte que le queda al Betis es la visita al Mini Estadi. Y si eso es lo más fuerte…
Pues la consecuencia directa es que el Betis tiene pie y medio en Primera, gracias a esos tres goles en los nueve minutos relampagueantes de Chapín. Otras consecuencias de los hechos de Jerez: de nuevo se ve cristalino que es mucho mejor tener a Emana en el campo… que no tenerlo. La defensa y Casto deben mirar algo más lo que hacen en los balones cruzados y tiros a balón parado. Pequeñas minucias cuando Rayo y Celta atraviesan por grandísimas miserias de todo tipo, el Granada, lejos de Los Cármenes, sólo sabe llorar como Boabdil… y el Betis pone rumbo a Primera.
