La conciencia de clase ya no se basa en compartir una misma posición económica o una ocupación profesional, sino que la identidad está más vinculada a aspectos culturales, étnicos o religiosos. Y si las sociedades tradicionales se estructuraban en tres o cuatro estratos sociales, hoy existe una fragmentación de clases que no acaba con la desigualdad pero dificulta su visibilidad, porque afecta a colectivos más dispares.
El catedrático de Sociología de la Universidad de Sevilla Eduardo Bericat dirigió ayer un seminario sobre Clases sociales, estratificación y desigualdad en las sociedades avanzadas, organizado por el Centro de Estudios Andaluces, y alertó de que "la desigualdad no ha desaparecido pero quizás las ciencias sociales sí han perdido su capacidad para entender las causas de esa desigualdad, porque cuando la sociedad se fragmenta aparecen diferentes estratos cuya desigualdad obedece también a factores diversos y requiere políticas distintas".
Bericat se refirió a algunos datos de la Encuesta sobre clases sociales realizada hace unos años por el Centro de Estudios Andaluces en colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que revela datos sobre la identificación sociocultural de los andaluces. En una escala de 0 (pobre) y 10 (rico), los andaluces se autoubican en el 4,66.
Bericat reconoce que se ha extendido la clase media y la percepción de pertenencia a ésta, pero hay más desigualdades dentro de esa clase media. Si esa misma escala se aplica al posicionamiento ideológico, siendo el 0 conservador y el 10 progresista, la media de los encuestados se sitúa en el 5,82.
En la misma encuesta, el 40% afirma vivir en una zona acomodada y casi el 80% dice que más de la mitad de sus amistades pertenecen a su misma clase social.
La sociedad actual se percibe también con más posibilidades de movilidad o promoción en la escala social, como revela el hecho de que la mayoría considera que la formación es el factor que más influye en sus ingresos.
