Cofradías

Sin más inquietud que la de gozar con las cofradías

Se cumplieron todas las tradiciones, como La Borriquita pidiendo la venia en el palquillo. En las horas centrales y con las aglomeraciones hubo lugar para el sofoco.

el 14 abr 2014 / 01:14 h.

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Todas las cofradías en la calle, unas calles rebosantes de felicidad y de miles de personas que se acercaron desde unos y otros puntos de Sevilla y la provincia para disfrutar con el día más grande. Sin mirar al cielo, sin estar más pendiente que del gozo y las emociones, un Domingo de Ramos pletórico en una ciudad que lo ansiaba de esta manera. LA BORRIQUITA: De estreno, con bulla y despertando la pasión de los niños (FOTOS) Hermandad de La Borriquita. / Foto: José Luis Montero La Borriquita. / Foto: José Luis Montero No es el primero de los pasos que salen al encuentro de su estación de penitencia en Domingo de Ramos, pero vivir su salida a las puertas del templo colegial del Divino Salvador significa para muchos el inicio de la semana grande de Sevilla, un reencuentro con la infancia para miles de sevillanos que ven en La Borriquita una vuelta a la niñez y la verdadera esencia de este soleado día de palmas. Además este año había más motivos para ir a recibir al primer paso de la Hermandad delAmor, y es que se esperaban importantes novedades en este misterio que tanto gusta a los más pequeños y les inicia en estos adictivos terrenos de la Pasión. El joven imaginero Fernando Aguado, que ayer no disimulaba sus nervios antes de la salida, estrena dos nuevas figuras secundarias para el paso, una mujer hebrea y una niña, que sustituyen otras dos de Abascal, conocidas popularmente como Amparito y Guaringo. Son las primeras tallas de este prometedor artista que pisarán la Catedral. Una reproducción más fiel si cabe del pasaje evangélico que recrea este paso, el glorioso recibimiento a Jesús a su entrada en Jerusalén, que requiere de poca distancia para poder perderse en sus detalles. Lo que no varió un ápice fueron las estampas que año a año regala la Plaza del Salvador en Domingo de Ramos, desde el mediodía hasta las tres de la tarde, con una inmensa bulla, poblada mayoritariamente por padres y abuelos acompañando a sus pequeños, que acude a ver al Señor a hombros de esta simpática borriquita y a pedir caramelos al cortejo de niños que acompaña al paso. La espera de ayer fue de esas que no se olvidan. No por deseado, el sol de justicia que azotó la jornada no fue padecido, hasta el punto que muchos buscaron refugio a la sombra de los naranjos o en los bares aledaños, que no dejaron de regar la espera a base de cerveza y refrescos. De pronto, se abren las puertas del templo, y tras un desfile de nazarenos, asoman las palmas, comienza la música y los aplausos delatan que ya está fuera el paso. Al fin se sacude la palmera de este misterio al sol en una Semana Santa que esta vez sí se anuncia plena –si el tiempo y la Aemet lo permiten–. Los casi mil nazarenos de La Borriquita pudieron hacer su estación de penitencia y cumplir con la tradición de pedir la venia en el palquillo de Campana. Fue Ignacio David Vega Rosa, estudiante de primero de ESO, el encargado de solicitarla a sus 13 años, inaugurando el paso por por Carrera Oficial. «A Dios por el Amor…» dio entrada a la Cruz de Guía de la Archicofradía del templo del Salvador. Nada que ver con el año pasado, cuando un chaparrón empapó las ilusiones y las túnicas de estos hermanos, entre ellos cientos de niños, a los que un aguacero sorprendió cuando no llevaban ni una hoa en la calle y obligaron al Señor de la Sagrada Entrada a volver a su templo. Ayer sólo llovieron lágrimas de alegría, la de muchos padres emocionados contemplando a sus hijos aprendiendo a amar esta Semana Santa, que no ha hecho más que empezar. JESÚS DESPOJADO: Molviedro aguanta la respiración para ver una estampla clásica (FOTOS) En Molviedro ya no cabía nadie cuando se abrieron las puertas de la Capilla del Mayor Dolor. El calor sofocante a pleno sol alentaba aún más los ánimos. Era Domingo de Ramos y todo se anunciaba perfecto. La cruz de guía se fue haciendo paso entre los cientos de sevillanos que se citaron en el antiguo Compás de la Laguna. Hermandad de Jesús Despojado. / Foto: Carlos Hernández Hermandad de Jesús Despojado. / Foto: Carlos Hernández Exornado únicamente por claveles rojo sangre, el Señor presentaba la estampa de sus primeras salida: túnica morada de la que empiezan a despojarlo, con apenas un hombro al descubierto y la soga al cuello. El trabajo de los hombres de Rafael Rodríguez Quirós fue recompensado por una cerrada ovación. Pero mayor fue cuando el palio de la Virgen de los Dolores y Misericordia, con clásicos claveles blancos, salvó el dintel del templo. El esfuerzo desmedido de los hombres de abajo, en cuclillas, con el apoyo de los costaleros de relevo, mantuvo sin respiración a la plaza, que aplaudió aliviado cuando el Liceo de Moguer entonó la Marcha Real. LA CENA: Reflejos que anteceden a la gloria en Los Terceros (FOTOS) «Hay algo en esta cofradía, como una uniformidad, que hace que todo el cortejo se disfrute, del primer al último nazareno», apuntaba un padre a sus hijos, apostados en la esquina de la calle Gerona. Se podría tirar de eufemismos, pero una de las labores del periodista cofrade estos días es ‘pegar la oreja’ y cazar comentarios. Y ayer, minutos antes de que las puertas de la Iglesia de los Terceros se abrieran podían cosecharse numerosos, siempre en tono elogioso, ante el buen saber hacer de una cofradía «de blanco que, si quisiera, podía ser de negro», según otro. «Porque La Cena el problema que tiene es que pone la cruz de guía en la calle demasiado pronto, debería ir antes de La Amargura», apuntaron más allá. Hermandad de La Cena. / Foto: J.M.Paisano La Cena. / Foto: J.M.Paisano Parece claro que el cinturón de esparto imprime un carácter especial, se combine este con el negro o, como es el caso, con el blanco más inmaculado. «Al Cristo de la Humildad y Paciencia no se le da el protagonismo que merece, pasa desapercibido, debería abrir el cortejo», era otra de las anotaciones cazadas al vuelo y proveniente de una reunión vecina. Por todos es sabido que la crítica todo lo bienintencionada que se quiera es uno de los ejercicios predilectos del sevillano. Y, de repente, entre apunte y apunte, el Señor de la Cena ya se asomaba al dintel de la puerta de su iglesia, pudiendo contemplar una calle Sol bañada parcialmente en una muy agradecida sombra de mediatarde y engalanada con colgaduras granates, a juego con los cirios de los primeros nazarenos de esta hermandad. Reflejos luego, intensos y cegadores, los que los rayos del sol dirigieron al mantel blanco de la Última Cena y hasta a los cristales de los tradicionales faroles de madera dorados que este año volvía a sacar el paso. Reflejos que ponían al público ante la gloria de un nuevo Domingo de Ramos, pues para media Sevilla la Semana Santa comienza en esta céntrica collación. La banda de cornetas y tambores Nuestra Señora de la Victoria hizo sonar, tras el Himno Nacional, Sagrada Eucaristía mientras el misterio avanzaba a paso cómodo por Gerona. Y sí, puede ser, que el Cristo de la Humildad pase como de puntillas, sin molestar ni agitar a la multitud. Pero también puede ser que ese gesto tan suyo de resultar sigiloso sea una de las características que lo engrandecen tanto. 40 años celebró ayer desde su primera salida procesional, 40 años en los que muy lentamente ha ido ganando fieles que deciden acompañarle cada Domingo de Ramos, acaso para que no se sienta solo entre tanta algarabía. Apenas 20 minutos después, a las cuatro y media, se escuchaba el llamador proveniente del templo; era el palio de la Virgen del Subterráneo que comenzaba a prepararse. La luz, esa luz de la calle Sol, volvió a provocar centelleantes brillos y reflejos en las primeras tandas de varales del palio, al que inmediatamente arropó la banda del Maestro Tejera con la marcha que lleva el nombre de una de las más bellas dolorosas que pueden admirarse en la Semana Santa. A las cinco menos veinte Los Terceros cerraban sus puertas: tres pasos en la calle, buscando el abrazo y la gloria de un Domingo de Ramos de los que están llamados a quedar enmarcados en el recuerdo. LA ESTRELLA: Un canto litúrgico sorprende en una salida muy trianera (FOTOS) La hermandad de la Estrella ha solicitado a la banda del Cristo que adelgace su formación en Carrera Oficial. / Rodríguez Aparicio La Estrella. / Foto: Carlos Hernández Qué distinta este año la espera de los nazarenos de la Estrella en el callejón junto a su capilla: después del chaparrón que aguantaron a pie quieto el año pasado, hasta salir hora y media más tarde –fue la única que completó la estación de penitencia–, ayer todo eran risas, fotos de familia y formas de echarse atrás el capirote de terciopelo, que agobiaba. Puntual salió la cruz de guía, seguida de aplausos ansiosos, frente unos balcones tan repletos de gente que corrían riesgo de derrumbe. Pronto llegó la sorpresa: música inesperada antes de la salida del misterio, y canto litúrgico entonado por acólitos, nazarenos y hasta por el público, hasta la llamada del capataz, dedicada a «un angelito caído del cielo», llamado Miriam, y a «todos esos niños con síndromes y enfermedades difíciles». Con ímpetu sale de su capilla Nuestro Padre Jesús de las Penas, con las manos atadas y ya trianeando: apenas está fuera y ya anda de lado a lado, cambiando el ritmo y arrancando aplausos, brillante bajo el sol. «Vámonos, mi arma», anima el capataz al son de marchas encadenadas, impetuosas. Larga espera hasta la salida del palio y por fin la Estrella, tan azul, cuajada de rosas champán con forma ligeramente cónica en sus jarrones, rositas de pitiminí en las jarritas delanteras. Salida templada y más sosegada, bajo un sol que comienza a apaciguarse, incluso con cierta brisa. Son casi dos procesiones distintas, la impetuosa del misterio, la que se marcha al son de Campanilleros calle San Jacinto abajo. Entre todas las imágenes de la jornada, quedará una para la historia de la familia del sargento de la Guardia Civil Jacinto Aguilera: la del único día que no salió de nazareno con su hermandad, sino en la escolta, para poder compartir por primera vez el servicio como guardia con su hijo Jorge. LA AMARGURA: El cielo en apenas un suspiro y 14 tramos de nazarenos (FOTOS) Hermandad de La Amargura. / Foto: J.M.Paisano La Amargura. / Foto: J.M.Paisano En San Juan de la Palma lo que pasa es otra cosa. Otra cosa diferente. Ni mejor ni peor que lo que acaece en otros lugares protagonistas de nuestra Semana Santa, pero otra cosa. Sobre La Amargura recaen infinitos adjetivos, formas de llamarla, ritos y símbolos. Pero nadie se atreve a pasarla por alto un Domingo de Ramos porque, de otra manera, no sería Domingo de Ramos. Que a la exacta hora convenida se abrieran las puertas de San Juan de la Palma no hacía sino corroborar la mágica normalidad de la jornada de ayer. Enseguida, largos tramos de nazarenos blancos comenzaron a salir de manera prodigiosamente ordenada. Siete tramos en cada uno de los pasos, 14 en total, en alusión a las estaciones del Via Crucis. Salieron con celeridad y ya con todos los cirios encendidos, a pesar de que puntuales rachas de aire se empeñaban en apagarlos, los altos capirotes cortaban en dos mitades una calle Feria a la que resultaba difícil acceder por el numeroso público congregado. Pero en La Amargura todo pasa rápido; la espera triplica el gozo, pero este resulta extrañamente adictivo. Los primeros 300 nazarenos en un suspiro. Muchos dirán que siempre debería ser asi, y otros tantos lo suscribiremos. Ya estaba fuera el Señor del Silencio, ya estaba la banda de cornetas y tambores del Cristo de las Tres Caídas acompañando el misterio. El paso de Herodes transitaba las calles apenas 30 minutos después de que la cruz de guía iniciara su camino. Así son las cosas aquí. Cuestión de cómo servir las esencias para que se conserven intactas. ¿Hay algo más perfecto que ver a la Virgen de la Amargura acompañada musicalmente por Amarguras? Sucede cada Domingo de Ramos perfecto a eso de las ocho y media de la tarde. Ahí estaba ella, en compañía de San Juan Bautista, y con toda su prolija candelería encendida y formando rombos, derramando una singularísima luz sobre una tarde cuyo cielo comenzaba a envejecer con la oscuridad. Custodiada por tres guardias civiles de tricornio y gesto marcial, la banda de música Nuestra Señora del Águila hacía sonar las reconocibles campanas de la banda sonora que para ella compusiera Font de Anta. Igual que el primero de los pasos, el capataz Alejandro Ollero la llevó con marcha larga y pocas órdenes, como si todo estuviera dicho ya en los ensayos, mientras que la piedad de la mirada de la Virgen se embellecía aún más con el aroma del azahar y los claveles blancos que inundaban el palio. EL AMOR: Una hermandad que siempre provoca admiración a su paso (FOTOS) Hermandad de El Amor. / Foto: Carlos Hernández El Amor. / Foto: Carlos Hernández La Hermandad del Amor volvió a dejar buena muestra de su grandeza. Su exquisito cortejo debería ser visita obligada cada Domingo de Ramos. Aunque con un poco de retraso porque la jornada no cumplió los horarios de paso previstos por la Carrera Oficial la cofradía abrió las puertas de la iglesia colegia a las nueve y media de la noche, veinticinco minutos después del horario previsto. Es la decisión correcta para no castigar al cuerpo de nazarenos en la calle. La gran multitud de público que esperaba en la plaza Sevilla del Salvador no tenía más remedio que esperar hasta que se abrieran las puertas de la iglesia colegial. Aunque había mucha más gente que otros años, buena parte de los cofrades presentes no supieron guardar el debido respeto que merece la cofradía en la calle. El paso cercano de La Cena y la Hiniesta provocaron también una auténtica bulla en el cruce Francos-Villegas que no favoreció el recogimiento en la plaza del Salvador. Demasiados decibelios de voces y cristales y botellas de cerveza rondando por el suelo. Aún así, cuando las maniguetas del paso del Cristo del Amor asomaron a la puerta si enmudeció la plaza. El paso bajaba la rampa para volver a estar cerca de Sevilla. Minutos después, la Virgen del Socorro también provocó la admiración y el respeto de toda Sevilla en su devoto camino hacia la Santa Iglesia Catedral. Iba acompañada por la banda de música de María Santísima de la Victoria, y con el palio adornado por el exorno floral que cada año prepara Javier Grado.

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