Como esos aficionados que, Paseo Colón abajo, van dibujando muletazos al aire cuando ven una fauna cumbre en el albero dorado de la Maestranza, ayer uno salía del Teatro Alameda, donde se celebró la premiere de la película Esperanza Macarena, Puerta del Cielo, en desfile marcial de plumas y coraza, henchido de macarenismo, prendido una vez más de la eterna belleza de la moza de San Gil y reafirmado en la convicción de la grandeza que encierran los más de cuatro siglo de historia de la cofradía que fundaron los monjes basilios para llevar Esperanza a los enfermos.
La nueva película de Carlos Colón sobre la Esperanza Macarena es un obra sencillamente magistral, un imponente montaje que logra condensar en 85 minutos todas las respuestas posibles a la más enrevesada interrogante en torno a la devoción de los sevillanos a la Virgen a la que tanto han rezado y tantas cabeceras de enfermos ha alumbrado. La obra que ayer vio la luz es el resultado del encargo que hace tres años le planteó el actual hermano mayor de la Macarena, Manuel García, al periodista y escritor Carlos Colón. Quiero que hagamos otra película, pero esta vez exclusivamente sobre la Virgen. Y sin más armas que la música, las imágenes y el sonido, Carlos Colón, en el guión y la dirección, y Carlos Valera, en la realización y montaje, han logrado aproximarse siquiera un poco a lo que se siente cuando se ve a la Virgen de la Esperanza, ya sea en un besamanos, en el paso, en un retablo callejero, serigrafiada en una lata de membrillo o en la fotografía de la cartera.
Organizada en ocho secciones que no van precedidas de ningún rótulo, la película contiene escenas memorables, desde su genial arranque, con unas asombrosas imágenes de la entrada de la Esperanza este mismo año captadas por cámaras desde el interior del templo, hasta el guiño final de los títulos de crédito, con el audio del remate final de la portentosa saeta que le cantó Manuel Cuevas a la Virgen en la plaza de la Campana la pasada Madrugá.
Un único corazón late en toda la película: el de la Virgen de la Esperanza, refirió Colón momentos antes de que se apagaran las luces del Teatro Alameda y el espacio escénico se llenara de principio a fin de la luz de la Esperanza, la Virgen que sale para hacer de la noche un luminoso mediodía.
Uno de los momentos más especiales del filme y el que está hecho con más cariño, según su director, es el pasaje denominado Balcones del Cielo son los ojos de la Esperanza, en el que todos los macarenos que se fueron (capataces, toreros, hermanos mayores, capitanes de la Centuria y hermanos de a pie) se asoman a través de uno de los ojos de la Esperanza para anunciarnos la gloria en la que viven en presencia de la Macarena. El éxito de esta película será que si les hace sentir algo, lo hayan sentido antes. Nada nuevo se puede decir sobre la Esperanza y todo estaba escrito antes, explicó Colón en la previa del estreno de una obra conmovedora que alcanza su cénit emocional cuando se proyecta la leyenda de caligrafía infantil que un niño dejó escrita en el libro de devotos tras pasar por el besamanos de la Esperanza: Dale un beso a mi papá. Ni Romero Murube, ni Buzón, ni Caro Romero han escrito nada mejor de la Esperanza Macarena.
