Solidarios desde niños

Un centenar de escolares se han unido al ‘Proyecto Lazarillo’ puesto en marcha por tres colegios de Mairena del Aljarafe para ayudar a compañeros que precisen de su apoyo.

el 12 mar 2014 / 22:06 h.

Cerca de un centenar de niños participaron el sábado en las jornadas de formación del Proyecto Lazarillo. Cerca de un centenar de niños participaron el sábado en las jornadas de formación del Proyecto Lazarillo.

Hugo es un niño con discapacidad visual del colegio Guadalquivir de Mairena del Aljarafe que participa como voluntario en el Proyecto Lazarillo. Una iniciativa que nace con el propósito de que los pequeños aprendan la necesidad de ayudar y de que el concepto de solidaridad vaya calando desde la infancia. «En el programa todos los niños pueden participar y no sólo para auxiliar a compañeros con discapacidad, sino para apoyar a otros que en un momento determinado lo puedan estar pasando mal emocionalmente o tengan problemas con los estudios», explica Inés Sánchez, la directora del centro Guadalquivir, impulsor de la iniciativa al que ya se han adherido otros dos colegios de Mairena del Aljarafe: El Lepanto y Los Rosales.

Para los impulsores del proyecto todos los niños  pueden hacer de Lazarillo. Como ejemplo Sánchez pone a Hugo, porque es un niño que tiene  mucho que aportar a sus compañeros, al igual que otro escolar del centro con Síndrome  de Duchenne, que se mueve en silla de ruedas, pero que puede ayudar a sus compañeros de clase en asignaturas que él lleva bien.

Porque, según recalca la directora del Guadalquivir, la idea no es que se preste apoyo a los niños con alguna discapacidad: «Todos pueden  ser lazarillos y también ser ayudados en un momento dado si es que lo necesitan».

En este sentido reitera que el proyecto busca que la solidaridad cale de lleno entre los escolares y que la practiquen de por vida, tanto dentro como fuera de las aulas.

La iniciativa comenzó a dar sus primero pasos el sábado pasado con unas jornadas en las que participaron profesores, cerca de un centenar de alumnos y padres, que han acogido la iniciativa de muy buen grado. Tal es así, que  a la iniciativa ya se han sumado más escolares de los que el sábado acudieron al encuentro, al que acudieron también el alcalde de la localidad, Ricardo Tarno, y el concejal de Educación, Luís Peregrí.

Y es que el Consistorio respalda este proyecto, al que ha aportado para las jornadas de formación del alumnado del pasado sábado la contratación de una empresa especializada en educación emocional, juegos cooperativos, de sensibilización y de resolución de conflictos; así como el espacio necesario para la realización del encuentro, el parque periurbano de Porzuna y su infraestructura.

La directora del colegio Guadalquivir manifiesta que la idea del Proyecto Lazarillo surgió de su colegio pero admite que su modelo es el Proyecto Quijote, del profesor Jesús Velázquez, del instituto de Secundaria López Arenas, de Marchena, donde estudiantes voluntarios adquieren conocimientos para ejercer funciones de tutores con sus propios compañeros que sufren algún tipo de Trastorno de Espectro Autista.

Sin embargo, la iniciativa del colegio Guadalquivir se centra en escolares más pequeños de entre tercero y sexto de Primaria, es decir, entre alumnos de entre 7 y 11 años y que busca que todos puedan tener capacidad de ayudar a todos.

En este Proyecto Lazarillo los tutores también tienen un papel importante, porque en ocasiones tienen que ser los que detecten los problemas de los escolares. «Puede haber niños que atraviesen por malos momentos emocionales porque sus padres se estén separando. Estos pueden contar con el apoyo de otros alumnos que hayan pasado por un trance similar y ya lo hayan superado», comenta Sánchez, quien aclara que en estos casos si los niños no exponen sus problemas son los tutores los que se tienen que percatar de que estos alumnos lo están pasando mal.

Y es que el proyecto es muy ambicioso y se sale de las paredes de las aulas, porque lo que busca es que los escolares, los ciudadanos del futuro, adopten una actitud activa de colaboración, respeto, ayuda y solidaridad –que no compasión, sobreprotección o transigencia–  hacia aquellos otros que se encuentran en inferioridad de condiciones intelectuales, físicas, sensoriales, que atraviesen por malos momentos emocionales o tengan problemas para aprobar una asignatura, y con los que se comparten incidencias día a día, porque el objetivo es fomentar la solidaridad entre todos.

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