Los niños de Sevilla y provincia son de los más obesos de Europa, tan sólo superados por los de Creta y Malta. Así lo acreditan fuentes de la Delegación de salud y Consumo del Ayuntamiento y lo denuncian nutricionistas y padres. El asunto adquiere cariz de epidemia.
Lo de la epidemia no es un alarmismo gratuito, sino una constatación de la realidad circudante. Lo explican de esta manera los nutricionistas: "El exceso de peso en la infancia y adolescencia es uno de los problemas más graves de salud pública existente en la actualidad en las sociedades desarrolladas, llegando a tener carteres deepidemia".
Son palabra de Luis Morán, presidente de la Asociaciñon de Diplomados de la Universidad en Nutrición Humana y Dietñetica en Andalucía (Adunda), entidad que lleva unos años trabajando para que padres y madres, amén de responsables de las nutriciones de los centros educativos se tomen muy en serio la comida quer cada día sirven a sus hijos o alumnos.
Y la cosa no pinta bien. Lo peor es que el asunto no es nuevo, sino que lleva años coleando. Ahí está el informe enKID, realizado entre 1998- 2000 por especialistas españoles y que ya daba la voz de alarma con datos. Esos datos, dicen los que saben, poco han variado. Lo que, traducido al ámbito sevillano, significa, como constata el Ayuntamiento, que Sevilla está a la cabeza de Andalucía, de España y de Europa en obesidad infantil. Tan sólo nos superan los infantiles de Creta y Malta, según datos del consistorio; los de Adunda hablan de Malta y Grecia. El caso es que somos tristemente líderes en una enfermedad que cuesta horrores subsanar porque depende de muchos factores y actore sociales.
No obstante se está haciendo esfuerzos. Desde hace más de un año se constituyo una mesa de seguimiento de los comedores escolares (este curso, por primera vez, también de los privados). La integran diversas delegaciones provinciales de la Junta, además de la de Salud y Consumo Municipal, y la coordinación depende del ente Información y Servicios Educativos de la Junta.
El objetivo último, dadas las circunstancias, es evidente: prevenir la obesidad infantil -los mayores índices se detectan en la prepubertad, en concreto entre los 6 y los 12 años, con una prevalencia del 16,1%-.
Sabedores del elevado número de alumnos que se alimenta en su centro educativo, las administraciones han puesto especial celo en lo que llevamos de curso académico en dar instrucciones a los servicios de catering que atienden los comedores escolares. Lo que se busca es que los menús ofrecidos sean lo más saludables, compensados, variados, divertidos y, como no, comibles.
