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Tapia pasa su peor momento en el Betis

El Betis sigue fuera de la zona de ascenso y cada vez juega peor, así que Antonio Tapia vuelve a estar en entredicho. Es su segunda situación crítica en lo que va de campaña.

el 04 ene 2010 / 21:18 h.

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Antonio Tapia, otra vez en dificultades.
No existe ultimátum y, como siempre en estos casos, mientras Manuel Ruiz de Lopera no diga esta boca es mía no habrá dudas sobre la continuidad de Antonio Tapia en el banquillo del Betis, pero el armazón que protegía al técnico ha ido desmoronándose poco a poco y la recta final de la primera vuelta se intuye fundamental para que el entrenador verdiblanco lo siga siendo en la segunda y definitiva vuelta. El problema, su problema, es que a día de hoy existen más contras que pros, empezando por lo primordial: el Betis, dieciocho jornadas después de reencontrarse con la Segunda División, lleva más tiempo fuera de la zona de ascenso que dentro y el sábado, en Soria, puede volver a estar más lejos que nunca del tercer puesto.

Desde el club, en privado, se mantiene un mensaje tan repetitivo como el del propio Tapia. El pilar básico es que el Betis continúa a tres puntos del ascenso. También en el club, sin embargo, se reconoce que el equipo no juega nada bien, que va a peor antes que a mejor y que el rendimiento de la plantilla no es normal. Como suele decirse en estos casos, la impresión es que el equipo se le ha ido de las manos al técnico.
Hay varios argumentos a favor de esta sensación. El primero es que su mensaje no cala. Por poner un ejemplo, resulta incomprensible que Tapia advierta mil veces que situaciones como las de Cartagena o Elche (dos rojas) no podían repetirse y que ante el Huesca pasase de nuevo. El discurso de Tapia, que de puertas para fuera suena plano y reiterativo, de puertas para dentro tampoco es que conmueva los cimientos del vestuario cada vez que habla. Eso, en el campo, se traduce en que su sello no aparece por ningún sitio. Parecía que lo había tras las cuatro primeras jornadas, pero desapareció antes de que se pudiese confirmar que había llegado. El fútbol del Betis se ha limitado a lo que dé de sí su enorme pegada, y esa simplicidad se ha agravado desde la reaparición de Emana: primero hubo dependencia de lo que hacían Sergio García y Pavone y ahora el juego se reduce a echar balones al camerunés para que él se las apañe.

Las actuaciones individuales de muchos futbolistas también preocupan en el club. En este capítulo, aparte de la responsabilidad de los propios jugadores, se señala a Tapia por su incapacidad para motivar o lograr más rendimiento de unos hombres con experiencia, todos, en Primera. Cómo no será la cosa que el más enchufado en estos momentos parece Emana, y se va durante un mes. De Sergio o Juanma no hay noticias desde hace rato y cada vez más futbolistas se van apuntando a esa moda de no aportar nada. Y otro de sus sustentos, la firmeza en casa, volvió a resquebrajarse ante el Huesca.

La situación de Tapia, además, no debe de ser tan sólida cuando su opción número uno para el mercado invernal, Koke, ve cómo Manuel Momparlet ya no le coge el teléfono a su agente. El técnico, en cualquier caso, ya salió de otra situación crítica, ganando a Las Palmas tras ser ridiculizado por el Elche, y además no da mucha guerra a Lopera. Mejor dicho, no da ninguna. Y ya se sabe que al jefe no le van los entrenadores que le replican. Pero el caso es que el sábado hay final. El partido, por cierto, es fuera de casa, y el Betis viene de sufrir tres derrotas en sus tres últimas salidas.

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