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Téllez en el club de los poetas vivos

A Juanjo Téllez le acaban de dar un premio de poesía. Aunque el premio se llama algo tan prosaico como Unicaja, es un galardón prestigioso como acreditan los nombres que componen su jurado.

el 16 sep 2009 / 06:49 h.

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A Juanjo Téllez le acaban de dar un premio de poesía. Aunque el premio se llama algo tan prosaico como Unicaja, es un galardón prestigioso como acreditan los nombres que componen su jurado. Y el premio está pensionado, poco, la verdad, para el mérito que tiene hoy día ser un poeta y sacar la veta lírica a "las grandes superficies" que es el título del poemario de Téllez.

El poeta es de Algeciras y periodista. Es decir, que se ha alzado frente a las dificultades para encontrar inspiración en medio del ruido circundante. Siempre he admirado la prosa de Juan José. Y aunque tengo en alta consideración la función periodística me resulta difícil concebir que en su interior habite un poeta. Es el caso y este reconocimiento demuestra cuán equivocados están los que meten a todos los periodistas en el mismo saco. Pienso en algunos periodistas que no son capaces de rimar en asonante más que cuatro versos sueltos del género astracán.

Pero cada vez que escucho a Téllez me muestra la realidad desde el filtro de su audacia narrativa, de esa forma de entender las cosas de un escritor culto. El otro día me llamó para decirme que no fue Rupérez el que abrió la verja del peñón sino Morán. Encima tiene una memoria de elefante. Y tiene casa en Cádiz.

Juan José ha brillado, brilla en los géneros que se le conocen y sus narraciones de viajes, verbales o escritas, son realmente geniales. Me asombra además cómo se las arregla en algunas tertulias radiofónicas en las que he coincidido con él para mantener viva, como hace en su columna de El Correo de Andalucía, esa llama indomable del hombre de izquierdas que sigue siendo en un ecosistema que no lo facilita. Y sin traicionarse ha cohabitado con la prensa conservadora cuando se ha dado el caso. Pero ya está en ese momento vital en el que el respeto a "las cosas de Téllez" es una garantía de supervivencia de su universo particular. Y ha prestado su voz y su pluma a grandes causas perdidas sin abandonar esa sonrisa cercana a lo sardónico con la que se aproxima a los dramas y miserias de la realidad en la que vivimos. No es pues un poeta elitista que vive en lo alto de una columna a la que no llega el ruido de la calle. Enhorabuena.

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