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Todos contentos, todos tristes

El derbi número 116 de la historia repartió a partes iguales un punto y motivos para la queja y el orgullo en los dos bandos.

el 13 abr 2013 / 01:43 h.

La expulsión de Medel pudo cambiar el derbi / Marcamedia La expulsión de Medel pudo cambiar el derbi / Marcamedia LA CONTRACRÓNICA. Intentar resumir el derbi de un modo que satisfaga a todo el que lo lea, sea del bando que sea, es misión imposible desde que se inventó la rivalidad, así que lo mejor que puede decirse del alocado, controvertido y espectacular partido que protagonizaron anoche el Betis y el Sevilla, aparte de que ningún seguidor murió de un infarto, es que los aficionados, todos, podrán degustar la Feria con tranquilidad. Los béticos no encajaron la segunda humillación consecutiva, como muchos se temían visto lo visto en el minuto 32, y los sevillistas se adjudican la liga particular mientras mantienen abierta la puerta para entrar en Europa. Una vez asegurada la calma, sin embargo, es innegable que los dos equipos tienen motivos para estar tristes y contentos simultáneamente. En el Sevilla, el desconsuelo tiene que ver con desperdiciar tres goles de ventaja y comprobar cómo Medel cae una y otra vez en la trampa de su propio carácter. En el Betis sólo hay que fijarse en su horrible primer tiempo, sin olvidar el feo gesto de Pepe Mel en el 3-3. Yahora pasemos a la alegría. El Sevilla debe sentirse orgulloso de romper su pésima racha fuera de casa en el mejor campo para conseguirlo y tiene que estar satisfecho por su superioridad manifiesta sobre el eterno rival durante muchos minutos del derbi; así, Europa es difícil pero no utópica. El Betis debe felicitarse por su remontada, porque mantiene a su eterno enemigo a seis puntos y porque todo se lo debe a dos virtudes desconocidas en muchos otros Betis recientes: el coraje y la convicción. Los dos tienen también motivos para lamentar el innegable perjuicio arbitral que les causó Del Cerro Grande, al que el derbi le vino como ya indica su segundo apellido. El Betis, digan lo que digan pseudoexpertos y reinventores del reglamento, tiene derecho a protestar el 0-2 por el flagrante fuera de juego de Negredo e incluso la expulsión de Alberto Moreno en la última falta a Rubén Castro. El Sevilla tampoco puede quedarse callado: el penalti del 2-3 es riguroso, Medel podría haber vuelto al vestuario de la mano de Cañas y Amaya, por reincidencia, también mereció no acabar el choque. Pero como en España no pasa nada, nada justo ni nada bueno se entiende, Del Cerro y sus malísimos asistentes seguirán como si tal cosa. El derbi también, por suerte para Sevilla.

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