Cultura

Toros: un 'pobre de mí' con regusto amargo

el 16 sep 2009 / 05:40 h.

Se acabaron las fiestas de San Fermín... El tradicional pobre de mí pondrá esta noche un nuevo punto y seguido a las fiestas más universales de nuestra vieja piel de toro. Mientras los mozos enarbolan sus candelas para guardar hasta el próximo 6 de julio esos pañuelicos que se han convertido en el uniforme imprescindible de la fiesta, aún habrá varios hombres gravemente heridos en los hospitales navarros y otro, un muchacho madrileño que había mamado la cultura del encierro desde la cuna, ya es sólo un puñado de ceniza. La muerte en directo, las gravísimas heridas de algunos y la sangre evidente que han retratado periódicos, televisiones y webs de todo pelaje no han hecho sino devolver a la actualidad la inapelable verdad de una fiesta con la que tantas veces se frivoliza desde fuera y desde dentro. Los toros matan, ésa es la única certeza y la grandeza última de esta profesión, de esta cultura antiquísima con la que algunos quieren acabar de un plumazo.

Las cosas se ponen feas. Es el ternurismo mediocre y esteticista que está moviendo la corriente abolicionista catalana -espoleada por la peor versión del nacionalismo antiespañolista- que ya ha conseguido colocar en el parlamento autonómico, vía recolección de firmas, el inminente debate que podría acabar con la actividad taurina en la plaza de toros Monumental de Barcelona, que en la práctica es la única que mantiene una programación coherente en manos de los Matilla, que tienen arrendado el histórico inmueble a los otrora poderosos Balañá, éstos hicieron de la ciudad condal la capital del toreo en otros tiempos, con otras gentes y menos prejuicios, en los que llegaron a funcionar simultáneamente, plenas de salud, hasta tres plazas de toros sin salir de los límites de la urbe. El lobby antitaurino catalán, tacita a tacita, ya había conseguido acabar con ruedos de la solera de Gerona, Olot, Figueras o San Feliú de Gixols y ahora prepara el asalto definitivo mientras el BNG gallego se suma a esta fiesta abolicionista. Éstos lo van a tener mucho más crudo. Mientras, los taurinos, para variar, hacen el Tancredo. Así nos va siempre.

Crisis y estafas. Semanas atrás nos hacíamos eco del tremendo bajón de festejos que había traído aparejada la crisis. Si ese bajón va a tener -en su cara buena- la facultad de limpiar de morralla el panorama inflacionista de las últimas temporadas también va a impedir que muchos matadores de reciente alternativa -casos de los sevillanos Pepe Moral o Antonio Nazaré- se fogueen en los pueblos antes del asalto definitivo a los grandes escenarios. Desgraciadamente es al revés. Mientras, siguen sin abrir sus puertas los ruedos sevillanos de Écija o Morón, y Dos Hermanas se ha quedado sin toros. Pero ojo, al abrigo de la crisis algunos están viendo su particular puerta de escape. Tampoco hay que olvidar que las ronchas dejadas por ciertos empresarios han condenado a muchas plazas al cierre.

Verdadera promoción. El ciclo que pone a prueba a los aspirantes a toreros en las noches de los jueves de julio en la plaza de la Maestranza sigue deparando sorpresas gratas, devolviendo algunas gotas de ilusión después del desastroso desarrollo de las novilladas de abono en los meses de mayo y junio. El pasado jueves era el maño Diego Fernández el que revelaba verdaderas posibilidades y personalidad. Sólo queda un festejo clasificatorio y la final ya cuenta con dos candidatos indiscutibles.

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