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Torres tiene razón

La Fuenmayor es uno de los parajes más bellos de Mágina, la sierra a la que Machado dedica algunos poemas y Muñoz Molina recoge el nombre de la ciudad inventada en sus mejores novelas. Uno de esos lugares que confirman que las emociones son inseparables del esplendor estético...

el 15 sep 2009 / 23:13 h.

La Fuenmayor es uno de los parajes más bellos de Mágina, la sierra a la que Machado dedica algunos poemas y Muñoz Molina recoge el nombre de la ciudad inventada en sus mejores novelas. Uno de esos lugares que confirman que las emociones son inseparables del esplendor estético.

En la Fuenmayor tengo ficha biográfica de veintitantos años atrás, cuando en familia acudía con el escritor Alfonso Fernández Malo y Marcos Gutiérrez Melgarejo, que ahora es miembro del Consejo Consultivo de Andalucía. Llegada la retirada del sol, bajábamos a Torres, un pueblecito serrano con valiosas piezas visigóticas. La Fuenmayor no es el único emplazamiento de Torres que acompaña a Flaubert cuando afirma que la honradez es la primera condición de la estética, pero quizás sea el más simbólico porque permite observar la sinceridad de la naturaleza. La llevan consigo los paisanos, entre los que cuenta Baltasar Garzón.

Entonces, al juez no lo habían subido a los altares los mismos que lo denigran ahora para cumplir con la tradición de crear al héroe para luego derribarlo a peñascazos. Los torreños practican la virtud de la coherencia, no miden el rasero según les convenga, sino que mantienen el afecto y la admiración devenida del paisanaje y suman razones objetivas que eximen de venganzas gratuitas y sectarismos políticos y periodísticos. En la ligazón de ambos, los torreños se han sentido dañados y ofendidos a cuenta de la cacería en la que participaron el ex ministro Bermejo y el juez de la Audiencia Nacional.

Los amigos de aquellos tiempos en la Fuenmayor, gente sencilla, noble y trabajadora contra el viento de las tormentas y la marea de las cosechas de aceituna y cerezas, han superado la timidez serrana y la distancia de veintitantos años para expresar telefónicamente su malestar con las agresiones a Torres de voz y de palabra escrita. Tienen razón, quizás convenga a todos reflexionar sobre esa forma de plantar árboles para ocultar el bosque. La tienen porque Torres no es culpable por quienes acuden a cazar sin licencia como no lo son los madrileños de los espectáculos en el gobierno de Aguirre, o los de cualquier otra parte.

Periodista

daditrevi@hotmail.com

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