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Traductores: muchas, tantas gracias

Libros sobre la mesa para iniciar 2009: me apetece releer Lo infraordinario, de Georges Perec, que este otoño publicó Impedimenta con su cariño habitual, y rescataré Me acuerdo, del mismo autor y editada por la hoy zombi Berenice; me asomaré a la antología poética de Patti Smith, recién salida de Bassarai...

el 15 sep 2009 / 20:37 h.

Libros sobre la mesa para iniciar 2009: me apetece releer Lo infraordinario, de Georges Perec, que este otoño publicó Impedimenta con su cariño habitual, y rescataré Me acuerdo, del mismo autor y editada por la hoy zombi Berenice; me asomaré a la antología poética de Patti Smith, recién salida de Bassarai; me carcajearé con Elogio de la calvicie, de Sinesio de Cirene, hallazgo del sello Errata Naturae; y me relameré con Paraíso inhabitado, la nueva novela de Ana María Matute, más deliciosa que cualquier cenorrio navideño.

Excepto este último, leo gracias a una traductora; Mercedes Cebrián, Yolanda Morató, Eli Tolaretxipi y Helena González han invertido horas de relectura, pensamiento y diccionario para que yo comprenda hoy, quince siglos o treinta años después, a estos autores. Lo mínimo es el agradecimiento: la cita cuando se reseñan las obras, la conciencia de que alguien más respira en el papel.

Quienes no parloteamos más que el idioma materno, ¿cuánto debemos a los traductores? Todo: sin ellos desconocemos a tantos clásicos, a tantos contemporáneos. Este periódico homenajeó la semana pasada a los traductores sevillanos, en un gesto que no abunda, pero que ojalá se imitara. Muchas editoriales los relegan a una mínima línea en la página de créditos y ratean su sueldo, los medios obvian su responsabilidad en noticias y reseñas, y ellos ?mientras? lo son todo: el talentoso respeta la grandeza del original, el horrible traspasa al libro su adjetivo.

Debo Pessoa a Ángel Campos Pámpano, Plath a Ramón Buenaventura. Obviando a los ya citados por El Correo, muchas firmas garantizan calidad: Jordi Doce, Julián Jiménez Heffernan, Jaime Priede. Y algunos nombres de siempre ?Miguel Sáenz, Matía Teresa Gallego Urrutia, Marina Torres, Francisco J. Uriz? suenan tan grandes como aquellos a quienes visten en castellano. Fijémonos en la letra pequeña, ampliémosla: por tanto regalado, por tanto que nos queda ?les imagino en este preciso momento, entre libros y dudas, traduciendo otra joya?, muchas gracias.

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