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Tres décadas de dedicación

En 1977 un grupo de padres de personas con retraso mental decidieron unirse por una causa común. Con la ayuda de un sacerdote claretiano, fundaron la asociación Asesubpro.

el 14 sep 2009 / 20:58 h.

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En 1977 un grupo de padres de personas con retraso mental decidieron unirse por una causa común. Con la ayuda de un sacerdote claretiano, fundaron la asociación Asesubpro. Fueron unos inicios duros, pero la lucha dio sus frutos.

Cuatro años después se inauguró una residencia para afectados en un antiguo convento de las Hermanas de la Cruz. Situada en pleno corazón de Olivares, el servicio, puesto en marcha hace casi tres décadas por esta asociación acoge actualmente a 41 personas con graves retrasos mentales.

El camino no ha sido fácil, debido a las trabas y a las dificultades económicas que sufren este tipo de organizaciones sin ánimo de lucro. Sin embargo, hoy por hoy, Asesubpro disfruta de una gran consolidación, de prestigio a nivel autonómico y de una más que aceptable estabilidad económica en sus cuentas.

Según Encarnación García Guerrero, gerente de la asociación, uno de los mayores logros fue cuando el Consejo de Ministros declaró a este centro de utilidad pública: "Para nosotros supuso todo un reconocimiento y un empujón para seguir adelante y, además, este nombramiento aporta notables beneficios fiscales a aquellas empresas y particulares que tienen a bien realizar cualquier tipo de donación a favor de nuestra asociación". Esto resulta fundamental para ellos "ya que la residencia funciona sobre todo a base de donativos y de ayudas fiscales y públicas".

Otro hito en la historia de Asesubpro se sitúa en 1992. Ese año, se firmaron una serie de convenios con la Consejería de Bienestar Social. De este modo, de las 41 plazas de las que dispone actualmente la residencia, un total de 34 están sujetas a dichos convenios y es la propia Junta de Andalucía la que las asigna a los afectados que las solicitan.

El objetivo es que las siete plazas restantes lleguen a convertirse también en públicas, pero actualmente se reparten entre cinco privadas y dos más enmarcadas dentro del Programa de Respiro Familiar.

Si por algo destaca la residencia de Olivares es por el trato inmejorable que dispensan a las personas que viven en ella. Para ello, es fundamental la visión que aporta el presidente de la asociación, Eduardo González-Santiago, al respecto de los chicos afectados. "Tradicionalmente se les ha tratado como a enfermitos que se conformaban con tener cubiertas sus necesidades básicas, pero, sin embargo, hoy por hoy sabemos que esto no es así", cuenta. Para agregar: "Ellos tienen todo el derecho del mundo a desarrollarse hasta donde les permitan sus posibilidades, y nosotros estamos encantados de apoyarles y de animarles en sus avances".

El lema común de la asociación es que a los ciudadanos con retraso mental no hay que tratarlos como enfermos, sino como personas plenas. Por ello, la residencia cuenta con una plantilla de profesionales entre los que se encuentran pedagogos y fisioterapeutas para ayudar a que los usuarios progresen cada día un poco más. Igualmente, se dispone de una piscina realizada a partir de una donación en la que los internos disfrutan cuando el tiempo acompaña y periódicamente se realizan excursiones al cine o meriendas programadas.

La asociación está de enhorabuena celebrando su trigésimo cumpleaños y, para conmemorar tan importante fecha, celebraron hace unos días una misa seguida de un pequeño aperitivo para los más allegados que pudieron disfrutar de un día de convivencia en esta gran familia.

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