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Tres finales de Copa con el Betis y una noche en Anfield

El equipo de Serra rememoró en 2005 en el Calderón la histórica victoria del 77 y se tomó la revancha de la final perdida en el Bernabéu. Además, el Betis seguía en Europa con un partido histórico en Anfield.

el 17 mar 2010 / 09:49 h.

La Copa. He vivido tres finales de Copa del Rey con el Real Betis Balompié. Aquella primera que llevó el nombre de Copa del Rey en 1977 que ganaron los verdiblancos entrenados por Iriondo al Athletic de Bilbao en el Manzanares. Partido larguísimo con todos los aditamentos que puede tener una final. Empate, prórroga y lanzamientos desde el punto de penalti. Aquellos goles Javier López con los pases de Julio Cardeñosa y el penalti marcado por Esnaola a Iribar. Más el que le paró el de Andoain al Chopo que desató una alegría inconmensurable en una afición bética necesitada de títulos. Una Copa celebrada hasta la saciedad de un equipo que hoy en día sigue siendo equipo y que todos los meses se reúne en torno a la mesa con su presidente don José Núñez Naranjo. Un equipo aquél, extraordinario en el campo y en la calle del que me vanaglorio de su amistad. Hubo que esperar la friolera de 20 años para que el Real Betis y sus incondicionales vivieran otra vez las mieles de una final de Copa del Rey. Sería el 28 de junio de l997 cuando en el estadio Santiago Bernabéu la jugaría ante el FC Barcelona. Un equipo que había conformado Lorenzo Serra Ferrer tras el ascenso, incorporando futbolistas de la talla de Finidi, Jarni o Alfonso. Enfrente, el Barcelona de Bobby Robson con los portugueses Vitor Bahía, Fernando Couto y Luis Figo, el búlgaro Stoichkov y con Guardiola al mando de las operaciones del mediocampo.En aquellos días la expectación fue tal que la Delegación del Gobierno de Madrid llevó a cabo el mayor dispositivo que se había puesto a disposición de un encuentro de fútbol. 2.000 personas velaron por el orden y 40.000 béticos y barcelonistas entraron en el Bernabéu. Cuentan que fuera se quedaron 20.000 más por no encontrar entradas. Las vísperas fueron muy convulsas. Se supo días antes del partido que Serra Ferrer dejaría el Betis para formar parte de la secretaría técnica del FC Barcelona. Aquella noticia cayó tan mal a Ruiz de Lopera que dijo que no se sentaría el balear en el banquillo. Se formó la marimorena y recuerdo que vino hasta Sevilla el periodista José María García para ser juez de paz en la confrontación y en un programa radiofónico celebrado en casa de Manuel Ruiz de Lopera sellar la paz entre presidente y entrenador.

El partido fue tremendo. Dos veces estuvo el Betis por delante en el marcador. El primer gol de Alfonso tuvo la réplica en el empate de Figo. Adelantó de nuevo al Betis Finidi, y a sólo cinco minutos del final Pizzi hizo el empate a dos y dio paso a la prórroga en la que Luis Figo con el tercer gol, posibilitaría la consecución del título copero al FC Barcelona. Todos recordarán la fotografía que ilustraban los periódicos del domingo 29 de junio en la que Alfonso sentado en el suelo cabizbajo y con lágrimas en los ojos era consolado por Lorenzo Serra Ferrer.

En Santa Justa hubo 5.000 aficionados esperando al equipo, agradeciéndole su esfuerzo y Serra Ferrer tuvo sus últimas palabras en el Betis: "mi sustituto será mejor que yo". El elegido sería Luis Aragonés Suárez. No habría de esperar otros 20 años el Betis para llegar a una final de Copa.

El sábado 11 de junio del año 2005, ocho años después de aquella final perdida ante el FC Barcelona, el Real Betis Balompié, otra vez con Serra Ferrer en el banquillo, llegaba a Madrid para jugar en el estadio donde conquistó su primer título, el Manzanares, una nueva final ante el Club Atlético Osasuna que entrenaba Javier Aguirre. El Betis de Serra Ferrer en el año 2005 era otro muy diferente al del año l997. Había llegado a la final tras una agónica semifinal con el Athletic de Bilbao, solucionada en los lanzamientos desde el punto de penalti, que parece ser el sino cuando hay enfrentamientos decisivos con los leones y en las que estuvo sensacional el portero Doblas. Joaquín, en un gran momento con Edu y Oliveira, marcaban las diferencias en un equipo donde predominaba el bloque y los lanzamientos de falta de Marcos Assunçao. Tuvo el Betis antes de aquella final que luchar denodadamente con la Confederación Brasileña para conseguir traer a Ricardo Oliveira, concentrado con la selección, para que jugara el partido y marchara al día siguiente a Brasil.

Y bien que les sirvieron a Serra y Lopera sus desvelos pues Oliveira marcaría el primer gol del Betis, contrarrestado por el de Aloisi para Osasuna que, una vez más, llevaría al Betis a una prórroga, en la que Dani, que había sustituido a Edu, a un minuto del final, marcaría un gol que estremeció a los béticos, que vieron como su capitán Juan José Cañas levantaba la Copa que le había entregado Su Majestad. Serra Ferrer, que había vuelto al Betis, se sacaba la espina de aquella final ante el FC Barcelona. La Copa del Rey, la participación en la Champions y una llegada a Sevilla espectacular como el recorrido que hizo el equipo con la Copa ponían el broche de oro a una temporada sensacional del Real Betis Balompié.

Anfield: un sueño. Días antes de viajar a Liverpool para el partido de Champions que el Betis debía jugar en Anfield, recibí el encargo de Turismo de Sevilla a través de Juanjo Domínguez de repetir la experiencia de Londres. De nuevo los encargados del restaurante La Raza harían de anfitriones con un espectacular catering, los responsables políticos hablarían de las excelencias de Sevilla de cara al turismo inglés y los dirigentes béticos con su equipo en Europa posibilitaban el encuentro de todos en los salones que Anfield tiene dentro de su estadio. Los compañeros que viajaron desde Sevilla y los ingleses invitados al acto llegaron al término del entrenamiento oficial que fue de nuevo todo un éxito con el aforo lleno y sin faltar el más mínimo detalle. El 22 de noviembre de 2005 viajamos de Sevilla a Liverpool, nos alojamos en el céntrico Hotel Marriot City Center, estuvimos en el almuerzo oficial que presidió Ángel Martín, dado que ya no viajaba Ruiz de Lopera con el equipo, y terminado el almuerzo tuve el tiempo justo para ponerme un traje y salir pitando hasta Anfield Road para preparar el acto oficial con los responsables del turismo sevillano.

Fue aquel día de final de noviembre, frío y de fina lluvia y al llegar a las lúgubres inmediaciones de Anfield cercanas las 6 de la tarde, noche ya cerrada, me impresionó la verja de entrada a las instalaciones y en uno de sus muros unas luminarias de mes de difuntos, con flores, bufandas de equipos y camisetas de jugadores famosos que rendían homenaje a los fallecidos en las catástrofes de Sheffield y Heysel cuyos nombres figuraban en una enorme lápida. Una vez más, pude comprobar cómo los inventores del fútbol rinden homenajes a sus verdaderos sustentos y cuidan todos los detalles que se pierden en las sociedades anónimas más pendientes de números y marketing que de las esencias del fútbol.

Antes del acto pude ver la grandeza del Liverpool y su templo de Anfield. Vacío y con unas gradas tan cercanas a los artífices del espectáculo que daban ocasión al deleite de todos los que amamos el fútbol. Después, en sus salones hasta me emocioné al comprobar que en sus columnas forradas con fotografías de sus más célebres jugadores y entrenadores estaban dos con los que tengo una muy buena relación y cierta amistad: John Benjamin Toshack y Michael Robinson. La historia después es bien sabida. El Betis empató el partido y perdió todas sus opciones y los dos ingleses del grupo, Chelsea y Liverpool, pasaron a eliminatorias y el Betis hubo de conformarse con la UEFA.

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