Feria de Abril

Tu portada me suena a otra del año...

El cambio de recinto del Real, del Prado a Los Remedios, fue la excusa perfecta para extrañas coincidencias de la portada.

el 14 abr 2013 / 11:56 h.

J. M Paisano (Atese) J. M Paisano (Atese) La Feria de 2013 ya tiene portada, ¿la ven, verdad? De lo que a buen seguro también estarán informados es de que su diseño, inspirado en algunos de los elementos más significativos de la Plaza de España, ha despertado todo tipo de comentarios en las redes sociales, en los que se pone en cuestión la originalidad de sus autores. Lo cierto es que, polémicas aparte –para gustos, los colores– la obra que configurara Aníbal González para la Exposición Universal de 1929 se ha convertido en el monumento más recurrente a la hora de imaginar el pórtico efímero del Real de Los Remedios. Aunque claro, una cosa es inspirar y otra, bien distinta, reproducir diseños que nos resultan demasiado familiares. A estas alturas queda claro que las opiniones surgidas en torno a la actual portada de Feria han sido para todos los gustos. Aun así, sólo basta con hacer una pequeña retrospectiva por la historia de estos diseños –la primera que se instaló fue en el año 1949 en la Avenida del Cid– para comprobar que el de 2013 no es el primero que genera cierta polémica por su extraña similitud con algunos de los anteriores. Y es que en los 39 abriles –con la excepción de dos mayos– que la Feria lleva instalada en el Real de Los Remedios, el uso de los monumentos más significativos de nuestra ciudad se ha exprimido hasta tal extremo que más de una portada ha superado los niveles de sospecha sobre el supuesto plagio de sus diseñadores. Lo dicen las imágenes. A lo largo de la historia, las portadas han contado casi siempre con elementos representativos de la cultura sevillana. Ejemplos como el de la Giralda, con algunas versiones algo enrevesadas, o el recuerdo a las trece puertas que rodeaban la Sevilla en blanco y negro, añorada por los devotos del ayer hispalense. Eso para algunos. Para otros simplemente es la puerta que se cruza la noche del pescaíto para aprovechar el ambiente hasta que el cuerpo aguante. Así, los diseños han ido evolucionando desde aquellos primeros años, con portadas casi testimoniales, hasta los que reflejaban la monumentalidad sevillana, para acabar con las que en pleno siglo XXI innovaron entre abanicos. Entrando en materia, el Puente de Triana es uno de esos elementos que comparte con la Plaza de España el curioso honor de ser uno de los más repetidos en la configuración de las portadas. En total han sido cuatro ocasiones en las que los autores han hecho uso de la singular estructura del puente para diseñar el pórtico del Real. La primera de ellas fue en 1968, con la Feria todavía instalada en el Prado de San Sebastián. Una portada que, como puede observarse, todavía contaba con una estructura mucho más ancha que las actuales y en la que pueden distinguirse ciertas guirnaldas a modo de faroles, como los que se colocan en el puente para la Velá de Santa Ana. Ya en el Real de Los Remedios, el modelo volvería a ser utilizado en los años 1975 y 1982, ambas con diseños muy similares entre ellos. Curiosamente, la de la década de los 80 rompe con el modelo de tres arcos de entrada al recinto, incorporando sólo dos. La última ocasión en la que pudimos contemplar al Puente de Triana en una portada fue en 1997. Aquel año, la falta de originalidad volvió a regalarnos la estructura del puente como unión de las tres torres que la perfilaban, inspiradas en la parroquia de Santa Ana. Aunque quizás el caso más evidente de estas portadas de rasgos similares lo representan las instaladas durante los años 1970, 1974 y 1986. En esas tres ocasiones, el pórtico del Real buscaba homenajear la estructura de la antigua Pasarela, que se levantó durante 24 años –1896 a 1920– en la zona del Prado de San Sebastián y que se constituyó como la primera portada que tuvo la Feria en su anterior ubicación. La de 1970, todavía en el antiguo Real, fue el homenaje más certero de todos. Gustó y, por tanto, el modelo fue ejemplo para los diseñadores hasta en dos ocasiones más. De todas ellas, la de 1974 fue una de las más singulares que se recuerdan. Además de representar de nuevo la Pasarela, contaba con unas escaleras para que los visitantes pudieran acceder a través de ellas al Real. Fue la única vez que pudo contemplarse la portada desde su interior, algo que, por razones de seguridad, no se ha podido repetir. La de 1986 hizo gala de nuevo de la poca imaginación y se convirtió en otra reproducción fidedigna de las anteriores. Y es que como dijera el poeta: “Portadas habrá, pero originales, ninguna”.

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