La historia del cante flamenco registra a algunos célebres genios que eran aficionados a escuchar música en las iglesias y en los conventos, el canto gregoriano, el órgano y los rezos coreados. El gaditano Enrique el Mellizo fue uno de ellos. Cuentan que en las calurosas tardes de verano se iba a Santa Cruz o San Antonio a tomar el fresquito, y que se quedaba embelesado escuchando a los curas. Dicen también que creó su célebre malagueña basándose en el prefacio de la misa, sobre todo la salida.
Se cuenta igualmente que el trianero Manuel Cagancho, el seguiriyero más grande del arrabal sevillano, se refugiaba en Santa Ana para aliviar sus penas, a veces acompañado por el martinetero Juan Pelao, un gitano tan negro como el carbón. Cagancho era un enamorado del sonido de las campanas y en sus seguiriyas casi pueden adivinarse.
Anoche vivimos en la Santa Catedral de Sevilla una velada musical que recordaremos mientras vivamos. El cantaor Arcángel vino desde Huelva a cantarnos la Navidad y no vino solo. Con él vino Estrella Morente, la hija del gran maestro granadino, ausente ya del mundo. Nació precisamente un 25 de diciembre de hace setenta años.
Pero el concierto era de Arcángel y no de Estrella Morente. Lo decimos porque al acabar vimos algunas caras como de haberse quedado con ganas de emborracharse del todo con su preciosa voz. Solo hizo una pieza musical a duo con el cantaor de Huelva, que el numeroso público que se congregó en la Catedral supo apreciar y aplaudir con una fuerza tremenda.
Arcángel se trajo a dos grandes guitarristas flamencos, Miguel Ángel Cortés y el moronero Dani Méndez. Qué bien sonaron estas guitarras en la Catedral. Y qué emocionante también la voz casi niña de Arcángel, ese hilo musical que convierte un tono en fuegos artificiales, que mece el cante andaluz en una cuadratura perfecta y siempre preñado de melismas azucarados y delicada armonía.
Como anunció el artista, el repertorio fue una mixtura de campanilleros y villancicos populares, pero pasados por el tamiz de su privilegiada garganta e indiscutible talento musical. Primero, la Nochebuena de Jerez del Niño Gloria, la obra maestra de aquel gitano peculiar que abandonó los soleados campos jerezanos para vivir del cante en la Alameda de Hércules, donde pasó más penas que otra cosa, pero es imposible olvidar sus bulerías navideñas, saetas y fandangos.
Arcángel abordó luego los campanilleros más famosos de la historia del cante, los del genial Manuel Torre, ‘A la puerta de un rico avariento', cruzándolos con los de la Niña de la Puebla, ‘En los campos de mi Andalucía', que en realidad son los mismos, aunque sean versiones muy distintas. El cantaor logró una mezcla original, muy musical y de una gran originalidad. Hizo su propia versión, que fue una de las grandes aportaciones de la noche. Aunque digan que este cantaor imita a Morente más de la cuenta, es de los pocos que tienen un sello y lo tiene porque, entre otras cosas, conoce el cante flamenco y le sobra talento para cambiar, fusionar o dar una nueva mano de barniz a una pieza musical de orfebrería, como la creada por Manuel Torre, al que llamaban ‘Majareta'.
Todo lo hizo sobre ritmos flamencos, con palos como los tangos, la bulería por soleá, la bulería y el fandango onubense. Pero todo era como nuevo. Llevaba su sello y una base musical que salía de las manos de Miguel Ángel y Dani de Morón, con el compás de Los Mellis, el bajo de Juanma, la percusión de Agustín Diassera y las voces del coro: Macarena de la Torre y Noelia Millares.
Solo un cantaor como Arcángel podía sorprendernos con un concierto flamenco de Navidad como el que tuvimos la fortuna de disfrutar anoche en la Santa Catedral de Sevilla, con la presencia de grandes artistas como Matilde Coral, Cristina Hoyos, Juan Antonio Jiménez, Ricardo Miño y Pedro Ricardo Miño. Además de autoridades y grandes aficionados al cante flamenco.
Era una apuesta de nuestro periódico y no era una apuesta fácil. Tenía sus riesgos porque había competencia, pero teníamos la seguridad de que Sevilla respondería a la llamada de Cáritas y que Arcángel haría algo precioso y de calidad. Como así fue.
Qué emocionante poder escuchar a Estrella junto a Arcángel en un escenario como el de la Catedral. Y cómo sonaron los fandangos en ese lugar donde La Campanera, la bolera de Sevilla, soñaba de niña con ser un día los brazos de la Giralda.
